Calle El Salvador
Cuando en diciembre de 1916 abrió la primera droguería de
Elche, la calle de El Salvador iniciaba una etapa que la llevó a ser durante mucho tiempo la calle comercial por excelencia de la ciudad. No hacía mucho tiempo que se había adoquinado su calzada, ya que tenía aceras desde 1880. Vetustos
comercios habían desaparecido, entre ellos "La Especiería", cuyo lugar vino a ocupar el acreditado
comercio "Almacenes Parreño", y la
tienda de F. Modesto Aznar, que vendía según rezaban sus modestos anuncios, libros rallados y papeles pautados, ubicada en la Replaceta de El Salvador.
Durante los primeros años de la posguerra se hicieron obras que cambiaron el aspecto de la
vía, y aprovechando un
edificio medio derruido, más bien casi solar, se abrió la calle Zumalacárregui en su primer tramo (actual calle El Passatge), es decir, el tramo que enlaza con la calle
San Isidro.
Por aquellos años la vida de los comerciantes se circunscribía al diario itinerario de
casa al trabajo y del trabajo a casa, la jornada era de 12 o 14 horas, y si a ello añadimos que también los domingos por la mañana permanecían abiertos los comercios, vemos que el panorama no era muy alagador que digamos. Fueron estos sacrificios los que pusieron los cimientos del floreciente comercio que a partir de la llegada de la Segunda República, con la aplicación efectiva de las 48 horas de trabajo semanales y el descanso dominical obligatorio, que dicho sea de paso ya se había decretado en 1904, se comenzó a disfrutar en Elche.
Cuando en abril de 1931 se proclamó la Segunda República, la calle El Salvador cambió de nombre pasando a llamarse Mariana Pineda, si bien es cierto que el nombre no llegó a calar en el
pueblo para quien siempre fue el "carrer Salvaor". Uno de los primeros recuerdos que tengo de la calle era la curiosa
costumbre que tenían los indigentes que en ella pedían. Todos los sábados, y antes de la apertura de los establecimientos, formaban una larga cola, y pasando de
puerta en puerta iban recibiendo las limosnas, que conocedores de la costumbre les iban dando los comerciantes apostados en las
puertas de sus
tiendas. Tras la guerra civil española, la calle recobró su antigua denominación. Tal era la importancia que tenía la calle en la época, que las
procesiones del
Corpus, de
Semana Santa y la Venida de la
Virgen discurrían solemnemente por ella, pese a su estrechez.
En la calle El Salvador las aceras eran tan estrechas, que cuando se abrían las puertas de los diferentes comercios (eran de madera noble, pesadas y abrían hacia afuera), los transeúntes debían utilizar la calzada. La calle era de dirección única desde la calle Sagasta (actual calle Troneta), hasta la
plaza de la
Iglesia de El Salvador, donde había un
kiosco-
fuente de forma exagonal con el zócalo de
piedra y la parte superior de madera formando un enrejado, y en su interior tenía un
pilón con 6 u 8
caños de
agua que servía de fuente pública, dado que entonces no existía red de agua potable en los domicilios.
Al final de la década de los años 40 se la dotó de alcantarillado, servicio del que carecía y que había sido continuamente reivindicado por los vecinos. Aprovechando estas obras, el
Ayuntamiento decidió convertirla en peatonal prohibiendo, por lo tanto, la circulación de todo tipo de vehículos incluso
bicicletas. La medida causó alarma entre los comerciantes que pensaron en la
ruina de sus negocios. A pesar del encanto que supone una calle peatonal, hubo protestas llegando a celebrarse
reuniones con el alcalde D. Tomás Sempere "el Semperet", que resultaron infructuosas.
Sobre el año 1984 se procedió a la apertura del segundo tramo de la calle Zumalacárregui, que por entonces ya se llamaba El Passatge, uniéndolo con la Replaceta de l´Espart. Finalmente en los años 1993-94, se terminó el tercero y último de los trechos que la comunica con la calle Mare de Deu dels Desamparats. En estas últimas obras el callejón sin salida conocido como de Brufal quedó convertido en una estrecha calle peatonal que une la calle El Passatge con la calle Troneta.
Mucho tuvieron que ver en la consolidación de la actividad comercial la presencia de un buen número de dependientes, quienes empezaron de aprendices y acabaron por cuenta propia, diversificando de esta manera la oferta. Aún recuerdo a los grupos de estos dependientes y aprendices de14 a 16 años jugando a la "pareteta", usando como
frontón para jugar su partido de pelota los muros de la Iglesia de El Salvador. Estas partidas las solían hacer antes de empezar la media jornada de la tarde. Desgraciadamente no todos pudimos llegar a disfrutar de esta distracción, pues en los desórdenes callejeros de la tarde del 20 de febrero de 1936, la iglesia de El Salvador fue incendiada, teniendo que abandonar algunos vecinos sus
casas, y lo que quedó en pié del templo demolido.
Tras la guerra civil española se procedió a la reconstrucción de la iglesia que se llevó a cabo en dos fases. En la primera se edificó lo que hoy es la
Capilla de la
Comunión, durante varios años escenario de todos los cultos parroquiales, siendo durante este tiempo D. José Buigues el cura ecónomo. Las obras que culminaron el templo tal y como se encuentra en la actualidad, empezaron siendo cura párroco D. Felipe Bernabeu, procediendo a su bendición en 1955. A finales de los años 80, el cura D. Antonio Hernández, enriqueció el
altar mayor con un magnífico
retablo procedente de una
ermita soriana.
También en la replaceta de El Salvador existía una construcción singular: se trataba de la
terraza del comercio de Valentín. Consistía de una especie de
soportal sostenido por cuatro pilares de hierro, que llegaba a la altura de los actuales
balcones del primer piso, sirviendo como terraza a los habitantes del inmueble.