SIENTO LA VOZ DE MIGUEL HERNÁNDEZ GILABERT.
Hay versos que van volando
dejando huellas profundas,
y voces que están gritando
en sus formas más rotundas.
Los ecos que dejan huellas
pregonan sus sufrimientos,
que conocen las estrellas
y los bellos firmamentos.
Miguel nos dejó sus versos
que vuelan por los caminos,
en sus momentos más tensos
supimos de tristes signos.
Una voz clara y rotunda
por la cárcel de Alicante,
la muerte que siempre abunda
quiso sentirse arrogante.
Ecos que fueron llegando
por los caminos del mundo,
pueblos que vieron brillando
aquel morir tan absurdo.
Hoy sus versos siguen vivos
sin hablarnos de tristezas,
fueron grandes adjetivos
que derrocharon grandezas.
No pueden callar sus ecos
muchos malos envidiosos,
que siempre ponen sus flecos
en sus sueños horrorosos.
Vientos del pueblo nos gritan
por los caminos de España,
corazones que palpitan
sin ver su conducta extraña,
El amor como bandera
en sus versos solidarios,
su humanidad tempranera
con gestos extraordinarios.
G X Cantalapiedra.
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