En 1247, Abū Zayd cede los derechos eclesiásticos sobre estos lugares al arzobispo de
Tarragona. El señorío secular se lo había asignado a sus hijos Alda y Ferrando y a sus respectivos cónyuges, Blasco Pérez de Arenós y su hermana Teresa, hijos los dos últimos de Ximén Pérez de Arenós. Con este, lugarteniente del rey en
Valencia, acuerda Jaime I en 1251 el trueque de los lugares de
Onil y
Castalla por los de Cheste y Villamarchante. Ello ocurre probablemente con el objeto de reforzar la defensa de aquella zona meridional, que en aquellos años se encuentra, como es sabido, en la franja suroccidental del reino y forma frontera directa con el de
Murcia, hasta poco antes taifa y ahora protectorado cristiano, donde Castilla aún pugna por afirmar su hegemonía tras obtener en esas tierras acceso al Mediterráneo. A la llegada de los cristianos en el siglo XIII, Onil debía de ser un exiguo núcleo de población musulmana asociado a un fortín o puesto de vigilancia (documentación latina de 1251 habla de una "turris de Unili"),