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ORIHUELA: UN DÍA EN LA CASA MUSEO DE MIGUEL HERNÁNDEZ, EN ORIHUELA...

UN DÍA EN LA CASA MUSEO DE MIGUEL HERNÁNDEZ, EN ORIHUELA
Hace ahora como unos cuarenta años, que visitamos la casa del poeta Miguel Hernández, en Orihuela, casa con dos patios, su familia ganadera de cabras, tenía muy bien aquel entorno, La calle casi digamos de casas bajas todas, donde aquel domingo de verano estaba cerrado, más tuvimos la suerte de conocer a una señora que era quien cuidaba de aquella casa, y amiga de la niñez del poeta, y ella y su marido nos dejaron pasar a verlo, incluso a mis dos hijos les ofrecieron melocotones del primer patio, y el segundo patio o corral, mirando a las montañas de piedras blancas, que parecían imposible de escalarlas. Más, lo que allí me impresiono fue ver la caja funeraria donde a Miguel Hernández, le colocaron en la cárcel de Benalua, Alicante, Era como las cajas de madera fina, donde se transportaban las sardinas en aquellos años de la posguerra, Luego me enteré que Vicente Alexandre, al conocer su fallecimiento, mando que le pusieran una caja decente, para ser introducido en aquel nicho a media altura, parece ser que este poeta que estuvo enfermo mucho tiempo, pago los gastos de aquel entierro en la soledad, El miedo era grande, el 28, de marzo de 1942, y este amigo del tiempo de la residencia de estudiantes de Madrid, no le asusto sentirse solidario, ya antes le regalo un reloj, que parece ser que en Portugal le costó hacerle prisionero, al pensar que le habría robado, cuando Miguel intento buscar la salida para cualquier país donde exiliarse. Yo le visite cuando todavía era difícil hablar del poeta del pueblo, Hoy día tiene una tumba en el Cementerio de Alicante en el Paseo Central, con diferentes frases de sus poemas, Los poetas que cantan al pueblo no mueren, solo fallecen físicamente, pero sus versos corren caminos, pasan fronteras sin pasaporte, y se seguirán leyendo por mucho tiempo. Aunque siempre habrá verdugos que quieran eliminarlos. “Que su voz suba a las cumbres, que baje a la tierra y truene, eso pide su garganta desde ayer y desde siempre. Pueblo de mí misma leche que encarcelado me tienes, aquí estoy para cantarte aunque me llegue la muerte”. G X Cantalapiedra.