Pero como la mayoría de municipios costeros, La Vila también se dedicó desde muy antiguo a la actividad pesquera, cuyos trabajadores —los pescadores— erigieron sus
casas, cuando la villa comenzó a extenderse a extramuros, en primera línea de
playa, hacia finales del siglo XVIII. En diferentes ocasiones, los trabajadores del
mar tenían que pasar varios días fuera de
casa, faenando y —según testimonio recogido en la propia ciudad, en noviembre de 2015—, incluso navegaban hasta las Islas
Canarias para la
pesca del calamar.