Techos que se caen, tuberías que revientan o la rotura del aire acondicionado son los últimos incidentes de una larga lista.
Un abanico o un ventilador de casa para aliviar los más de 30 grados centígrados que se han llegado a registrar estos días en algunas estancias; un paraguas y/o un casco para los por si acaso; y paciencia, altas dosis de paciencia, para sobrellevar con buen humor todo lo que allí suceda. Si usted ha de ingresar o acompañar a un enfermo durante los próximos días en el Hospital Comarcal de la Marina Baixa, éstas son algunas de las recomendaciones que debería tener en cuenta a la hora de preparar la maleta. Y sí, si no tienen ni idea de lo que viene ocurriendo en este centro sanitario en los últimos meses, seguro que todo lo anterior le resulta altamente chocante. Pero, créame: si hace caso de estos consejos, no se arrepentirá.
La falta de mantenimiento y de inversiones que arrastra desde hace décadas el centro hospitalario de referencia para cerca de 200.000 ciudadanos que residen en la Marina Baixa –sin contar con la población no empadronada y los turistas– ha convertido a este edificio en una auténtica ruina, donde prácticamente no hay día en el que no ocurra un incidente digno de mención. El pasado miércoles se produjo el último de estos acontecimientos. Parte de la escayola de un falso techo se vino abajo en la zona de las taquillas del vestuario que utiliza el personal de quirófanos, dejando en el suelo numerosos cascotes y causando serios daños materiales. Por fortuna, el desplome tuvo lugar por la tarde, cuando no hay cirugías, lo que hizo que nadie resultara herido. Sin embargo, hubo que clausurar cuatro quirófanos, que ahora podrían estar cerrados al menos dos meses, y suspender o reprogramar las operaciones que estaban previstas, con el consiguiente perjuicio para aquellos que esperaban como agua de mayo una intervención.
La del miércoles, no obstante, no ha sido la única. Se trata del tercer desprendimiento de un falso techo que se produce en el Hospital de La Vila en el último año y medio, después de que también se vinieran abajo los del laboratorio y de uno de los pasillos del centro. A todo ello se suman, además, constantes roturas de tuberías en distintas zonas, muchas de las cuales han llegado a inundar pasillos o habitaciones donde había pacientes.
Un abanico o un ventilador de casa para aliviar los más de 30 grados centígrados que se han llegado a registrar estos días en algunas estancias; un paraguas y/o un casco para los por si acaso; y paciencia, altas dosis de paciencia, para sobrellevar con buen humor todo lo que allí suceda. Si usted ha de ingresar o acompañar a un enfermo durante los próximos días en el Hospital Comarcal de la Marina Baixa, éstas son algunas de las recomendaciones que debería tener en cuenta a la hora de preparar la maleta. Y sí, si no tienen ni idea de lo que viene ocurriendo en este centro sanitario en los últimos meses, seguro que todo lo anterior le resulta altamente chocante. Pero, créame: si hace caso de estos consejos, no se arrepentirá.
La falta de mantenimiento y de inversiones que arrastra desde hace décadas el centro hospitalario de referencia para cerca de 200.000 ciudadanos que residen en la Marina Baixa –sin contar con la población no empadronada y los turistas– ha convertido a este edificio en una auténtica ruina, donde prácticamente no hay día en el que no ocurra un incidente digno de mención. El pasado miércoles se produjo el último de estos acontecimientos. Parte de la escayola de un falso techo se vino abajo en la zona de las taquillas del vestuario que utiliza el personal de quirófanos, dejando en el suelo numerosos cascotes y causando serios daños materiales. Por fortuna, el desplome tuvo lugar por la tarde, cuando no hay cirugías, lo que hizo que nadie resultara herido. Sin embargo, hubo que clausurar cuatro quirófanos, que ahora podrían estar cerrados al menos dos meses, y suspender o reprogramar las operaciones que estaban previstas, con el consiguiente perjuicio para aquellos que esperaban como agua de mayo una intervención.
La del miércoles, no obstante, no ha sido la única. Se trata del tercer desprendimiento de un falso techo que se produce en el Hospital de La Vila en el último año y medio, después de que también se vinieran abajo los del laboratorio y de uno de los pasillos del centro. A todo ello se suman, además, constantes roturas de tuberías en distintas zonas, muchas de las cuales han llegado a inundar pasillos o habitaciones donde había pacientes.