caminando por las
murallas del
castillo de la Atalaya.
El castillo también fue escenario importante en la Guerra de Sucesión, cuando 50 hombres fieles a los borbones soportaron un asedio de 8 días de los austríacos, a quienes, finalmente, hicieron levantar el cerco. Este hecho le valió el título de Fidelísima, que añadió a los que ya poseía de Muy Noble y Muy Leal.
Incluso ya en la Guerra de la Independencia de
España contra los franceses fue el castillo de la Atalaya punto estratégico, hecho por el cual mandó el mariscal Suchet volar las cubiertas de la
torre del
homenaje, incluyendo gran parte de las dos
bóvedas almohades, que junto con las del castillo de
Biar, son unas de las más antiguas de España y de todo el Magreb.
A partir de entonces, el castillo quedó abandonado, convirtiéndose en lugar de pasto y
cementerio de perros vagabundos, como denunció en su momento el arqueólogo villenense José María Soler García. No solo eso, sino que además las
casas que fueron surgiendo a partir del siglo XIX alrededor del castillo utilizaron en muchas ocasiones materiales tomados de la fortaleza. A los esfuerzos de Soler se debe que a partir de 1958 se hayan llevado a cabo obras de restauración, así como también las diversas excavaciones realizadas en el perímetro de la fortaleza, que han permitido recuperar interesantes materiales sobre la
historia de la ciudad y la fortaleza, parte de los cuales se hallan exupuestos en el
Museo Arqueológico "José María Soler".
Las primeras obras de restauración, de 1958, se centraron en la reconstrucción de las cubiertas de la torre del homenaje y de las torrecillas que la coronan. Durante los años 60 se restauraron las murallas que rodean el
patio de armas, y en 1971 se reconstruyeron los dos cubos que flanquean la
puerta de entrada al castillo. Desde entonces, y hasta la actualidad, se han ido llevando a cabo obras de pequeña envergadura con cierta periodicidad. Demuestra que el castillo vuelve a formar parte de la vida de la ciudad el hecho de que, desde 1961 se lancen desde allí los
fuegos artificiales del inicio de las
fiestas de Moros y Cristianos, y que desde 1977 se realicen las representaciones de las embajadas mora y cristiana de dichas fiestas en el escenario real del castillo. Ya en la década de 1990 se rehabilitaron totalmente los alrededores de la fortaleza y se puso en marcha la iluminación
nocturna del
monumento.