S. XVII - Construcción del Santuario
Resuelto el pleito entre el Obispado y los Cartujos, dado en roma el 18 de junio de 1608, se entregó el Santuario a sus antiguos poseedores.
En el libro de la Cueva Santa de Eduardo Corredera escrito en el año 1969 se describe lo siguiente: <<En 1609 ocurrió un hecho histórico muy característico. El Capellán del Santuario, Mn. Diego Piera, teme en esta soledad a los moriscos. No es extraño. Pero más que nada le dolería robaran la sagrada imagen. Un día más que ninguno –ignoramos la causa- le aumenta su temor y, cogiendo su tesoro, va a enterrarlo a una altura, echando luego sobre la tierra removida un montón de piedras. Allí estará segura mientras se pacifican los tiempos. Y vuelve tranquilo al Santuario. Al día siguiente vienen romeros a la Cueva santa y le ruegan piadosa pero encarecidamente les deje ver la sagrada imagen. Se resiste el sacerdote; al acrecer las demandas, les explica el motivo: “No está en el altar, se halla escondida.” Pero uno le replica que eso es una excusa, pues que se le ve un poquito a través de la cortina mal corrida. “Se divisa bien su blancura”, dice. El sacerdote quiere desengañarles y, ¡Oh, prodigio!, descorre el velo, acerca más la luz, y la ven allí. Marchan todos al monte y lugar del entierro. Nada hay removido; desentierran la arqueta que la guardaba, la cual sigue cerrada con llave; la abren, pero allí no hay nada. En ese lugar y por recuerdo del milagro, erigióse una cruz.">>.
La devoción a la Virgen de la Cueva Santa sigue creciendo y en 1621 el clero de Altura solicita al Obispo Casanova le encomiende la administración del Santuario, "como comendatarios nuestros y por el tiempo de nuestro beneplácito y libre voluntad y nada más". El camino iniciado allá por el 1505 como responsables de la cueva y posteriormente de las obras realizadas llegándose a configurar como Santuario, tiene su final en la concesión por parte del Obispo D. Pedro Ginés Casanova el 22 de febrero de 1631 "a Don Pedro Isert, Vicario Perpetuo de Altura; a Miguel Noguera y Cosme Aragón, labradores de Altura y Jurados en este año, presentes al acto, y a los vicarios y Jurados por venir, la administración de los bienes, derechos, frutos, aprovechamientos y ofrendas que de cualquier modo pertenezcan y correspondan a dicha capilla o eremitorio de la Cueva Santa". Las obras realizadas consistieron en la construcción de la Capilla de la Virgen de la Cueva Santa, situada en la profundidad de la cueva y cerrada por una reja. Y la creación de la imagen de la Virgen, que es un relieve busto de ésta, labrado, según la tradición, por fray Bonifacio Ferrer, hermano de San Vicente Ferrer, monje de la Cartuja de Vall de Crist. También se añadiría la campana denominada "María de la Cueva Santa" al Santuario, la campana fue obra de Miquel Mestre en 1641.
Desde 1622, se instauró en la comarca la costumbre de descender a la Virgen cada ocho años. Y desde el S. XIII cada diez años.
El 1 de diciembre de 1632, los Jurados obtuvieron del Nuncio de España unas Letras que les acreditaban el poder tomar posesión de la casa y capilla de la Cueva Santa. El Obispo apuntó las razones por las que decidió conceder la administración al Vicario y Jurados de Altura: Porque la capilla de la Cueva Santa se halla en la parroquia y Villa de Altura y es natural que sus bienes sean administradores por aquellos a quienes corresponde. Que desde tiempo inmemorial el Vicario Perpetuo y los Jurados son administradores de la Iglesia parroquial a los que han proveído de lo necesario y así estos mismos administraron la Cueva Santa hasta la presencia en ella de los Cartujos.
El 1 de julio de 1640 el Vicario Perpetuo de Altura y los Jurados de la Villa, fundaron dos capellanías para mejor gobernar y administrar la Cueva Santa. Sus obligaciones eran sustentar las casas del Santuario, proveer de lo necesario para el culto, sustentar un ermitaño, entre otras. Obras concretas llevadas a cabo por el Vicario Perpetuo y los Jurados fueron la hospedería que hoy se encuentra, la casa de abajo (hospital), la casa del santero y diversos elementos de infraestructura general. Dentro de la Cueva la capilla de la comunión, la capilla del Santo Cristo y la capilla de la Virgen en lo profundo de la Cueva. En el transcurso del tiempo se ha ido dictando nuevas normas para la administración del Santuario. Han ido modificando la estructura primera. La experiencia iba diciendo la gran necesidad que había de precisar más las obligaciones y los derechos de los responsables para mayor prosperidad del Santuario y buen servicio de los devotos.
Resuelto el pleito entre el Obispado y los Cartujos, dado en roma el 18 de junio de 1608, se entregó el Santuario a sus antiguos poseedores.
En el libro de la Cueva Santa de Eduardo Corredera escrito en el año 1969 se describe lo siguiente: <<En 1609 ocurrió un hecho histórico muy característico. El Capellán del Santuario, Mn. Diego Piera, teme en esta soledad a los moriscos. No es extraño. Pero más que nada le dolería robaran la sagrada imagen. Un día más que ninguno –ignoramos la causa- le aumenta su temor y, cogiendo su tesoro, va a enterrarlo a una altura, echando luego sobre la tierra removida un montón de piedras. Allí estará segura mientras se pacifican los tiempos. Y vuelve tranquilo al Santuario. Al día siguiente vienen romeros a la Cueva santa y le ruegan piadosa pero encarecidamente les deje ver la sagrada imagen. Se resiste el sacerdote; al acrecer las demandas, les explica el motivo: “No está en el altar, se halla escondida.” Pero uno le replica que eso es una excusa, pues que se le ve un poquito a través de la cortina mal corrida. “Se divisa bien su blancura”, dice. El sacerdote quiere desengañarles y, ¡Oh, prodigio!, descorre el velo, acerca más la luz, y la ven allí. Marchan todos al monte y lugar del entierro. Nada hay removido; desentierran la arqueta que la guardaba, la cual sigue cerrada con llave; la abren, pero allí no hay nada. En ese lugar y por recuerdo del milagro, erigióse una cruz.">>.
La devoción a la Virgen de la Cueva Santa sigue creciendo y en 1621 el clero de Altura solicita al Obispo Casanova le encomiende la administración del Santuario, "como comendatarios nuestros y por el tiempo de nuestro beneplácito y libre voluntad y nada más". El camino iniciado allá por el 1505 como responsables de la cueva y posteriormente de las obras realizadas llegándose a configurar como Santuario, tiene su final en la concesión por parte del Obispo D. Pedro Ginés Casanova el 22 de febrero de 1631 "a Don Pedro Isert, Vicario Perpetuo de Altura; a Miguel Noguera y Cosme Aragón, labradores de Altura y Jurados en este año, presentes al acto, y a los vicarios y Jurados por venir, la administración de los bienes, derechos, frutos, aprovechamientos y ofrendas que de cualquier modo pertenezcan y correspondan a dicha capilla o eremitorio de la Cueva Santa". Las obras realizadas consistieron en la construcción de la Capilla de la Virgen de la Cueva Santa, situada en la profundidad de la cueva y cerrada por una reja. Y la creación de la imagen de la Virgen, que es un relieve busto de ésta, labrado, según la tradición, por fray Bonifacio Ferrer, hermano de San Vicente Ferrer, monje de la Cartuja de Vall de Crist. También se añadiría la campana denominada "María de la Cueva Santa" al Santuario, la campana fue obra de Miquel Mestre en 1641.
Desde 1622, se instauró en la comarca la costumbre de descender a la Virgen cada ocho años. Y desde el S. XIII cada diez años.
El 1 de diciembre de 1632, los Jurados obtuvieron del Nuncio de España unas Letras que les acreditaban el poder tomar posesión de la casa y capilla de la Cueva Santa. El Obispo apuntó las razones por las que decidió conceder la administración al Vicario y Jurados de Altura: Porque la capilla de la Cueva Santa se halla en la parroquia y Villa de Altura y es natural que sus bienes sean administradores por aquellos a quienes corresponde. Que desde tiempo inmemorial el Vicario Perpetuo y los Jurados son administradores de la Iglesia parroquial a los que han proveído de lo necesario y así estos mismos administraron la Cueva Santa hasta la presencia en ella de los Cartujos.
El 1 de julio de 1640 el Vicario Perpetuo de Altura y los Jurados de la Villa, fundaron dos capellanías para mejor gobernar y administrar la Cueva Santa. Sus obligaciones eran sustentar las casas del Santuario, proveer de lo necesario para el culto, sustentar un ermitaño, entre otras. Obras concretas llevadas a cabo por el Vicario Perpetuo y los Jurados fueron la hospedería que hoy se encuentra, la casa de abajo (hospital), la casa del santero y diversos elementos de infraestructura general. Dentro de la Cueva la capilla de la comunión, la capilla del Santo Cristo y la capilla de la Virgen en lo profundo de la Cueva. En el transcurso del tiempo se ha ido dictando nuevas normas para la administración del Santuario. Han ido modificando la estructura primera. La experiencia iba diciendo la gran necesidad que había de precisar más las obligaciones y los derechos de los responsables para mayor prosperidad del Santuario y buen servicio de los devotos.