Los restos más antiguos que se encuentran en
Benicarló son los vestigios materiales encontrados en los poblados iberos de la Tossa y del Puig de la Nau, que alcanzan su máximo desarrollo en los siglos V y VI a de C. y cuyas
murallas, o mejor dicho, sus restos, pueden ser contempladas en las afueras de esta Ciudad.
El nacimiento de Benicarló cabe buscarlo en Beni-Gazlum, alquería de
Peñíscola, a finales de la época musulmana. Adquirió carta de
naturaleza como municipio tras la reconquista y serle otorgada carta puebla por el rey Jaime I el 14 de junio del 1236, a fuero de
Zaragoza, con el nombre de Benicastló, y posteriores concesiones de privilegios por varios monarcas.
Pero no es hasta los siglos XVI-XVII que consigue la plena autonomía de la ciudad de Peñíscola, constatado por numerosos litigios sobre la capacidad legislativa y penal de la villa.
En 1294 pasó a pertenecer a la Orden del Temple y posteriormente, en 1319, a la Orden de Montesa, iniciándose en ese momento una etapa de crecimiento económico y social sin precedentes hasta entonces. En 1370 Pedro el Ceremonioso, le concedió el derecho de embarcar y desembarcar mercancías desde las
playas sin contribución ni pagos. Durante las Germanías, la población fue leal al rey y a la orden de Montesa, por lo cual fue asediada por los agermanados en 1521. Esta acción le sirvió para lograr, el 20 de octubre de 1523, el título de villa y otros privilegios sobre importación de trigo y la celebración de una
feria anual. En 1556 sufrió el asalto de los piratas turcos. A mediados del siglo XVII Benicarló, como otros
pueblos valencianos, padeció los efectos de la epidemia de peste bubónica que ocasionó más de 500 muertes. La crisis se acentuó con una plaga que asoló los
campos, destruyendo la mayoría de las viñas.
Los inicios del siglo siguiente vienen marcados por la guerra de Sucesión, en la que la villa se rindió al general Asfeld (1706). En la Guerra de la Independencia resistió los ataques de Suchet y participó activamente en la formación de guerrillas. En las guerras carlistas sufrió los ataques del propio
Cabrera. Es durante el siglo XIX cuando la villa se ensancha construyendo un muelle de embarque. Por real decreto de 22 de octubre de 1926, se concedió a la villa el título de ciudad por parte del rey Alfonso XIII.
De gran importancia fue la producción de vino a finales del siglo XIX, el denominado "Vino Carlón", que constituía la mayor
fuente de riqueza de la ciudad. Como ejemplo diremos que en 1890 fueron exportados 17 millones de litros. Este cultivo se realizaba tanto en el término de Benicarló como en las poblaciones vecinas de Peñíscola,
Cálig y
Vinaroz. La plaga de la filoxera acabó con prácticamente todas las viñas de la zona, desapareciendo por completo este cultivo.
Entre 1931-1944 se construyó el actual
puerto, con el consiguiente impulso en el desarrollo del sector pesquero que, en la actualidad, mantiene una flota de más de 50
embarcaciones, la cual ha obtenido en los últimos años, un promedio de 1.500.000 kg anuales de toda clase de especies marinas, entre las que destacan el salmonete, pescadilla, pulpo, rape, lenguado y langostino.
En la década de los años 60 del pasado siglo, Benicarló se convertirá en centro receptor de inmigrantes. Las causas que atraen esta población son: la industria (entre otras, las del mueble, las destilerías de esencias químicas y la construcción) y el auge turístico. En la actualidad ciudadanos de varias nacionalidades residen en la ciudad.
HISTORIA. Esta v. es de origen árabe, y viniendo a la corona de
Aragón, trabajada por las vicisitudes de los tiempos, el rey D. Jaime la concedió carta de pobl., expedida en Tortosa á 14 de junio do 1236 y autorizada por el procurador general D. Fernando Pérez de Pina: en esta carta se la concedieron muchos privilegios. En 1246, según escritura otorgada por Guillermo Bartolo, concedió a esta v. el mismo rey, que solo ella pudiera tener
hornos y
herrerías, derogando la donación que habia hecho de ellos a favor de Gabriel Ferrer. Concedióse aun a los vec. de Benicarló por real privilegio de 1294 ser francos y libros de peage, lleuda y pontaje del
puente de Tortosa y
barca de Beniallet, y que pudiesen apacentar sus
ganados mayores y menores en el térm. de dicha c. sin paga alguna. El rey D. Pedro III de Aragón concedió a los vec. de Benicarló, por privilegio de 25 de junio do 1370, dado en
Barcelona, permiso para embarcar y desembarcar libremente en su
playa todo cuanto necesitasen y les conviniese, cuya gracia fué después confirmada por el infante D. Juan de Aragón y los maestres de la orden de Montesa, los cuales confirmaron también todos los demás privilegios (siendo de esta orden el sen. de Benicarló) según escritura otorgada en 21 de agosto de 1506 que obra en el archivo dé la v. Benicarló más tarde obtuvo nuevos privilegios; pues lejos de tomar parte en las germanías, se señaló muy particularmente, por el emperador y mantuvo durante toda aquella desastrosa guerra, una compañía a su servicio, compuesta de 200 hombres. Sitiáronla los agermanados con artillería y en número de 15
banderas; pero al cabo de 20 dias hubieron de retirarse con alguna pérdida y sin otro
fruto que haber quemado y robado sus arrabales de donde se llevaron todo el vino. Por sus servicios la concedió el emperador en 8 de mayo de 1523, privilegio para celebrar una feria por espacio de 17 dias cada año, principiando el 17 de agosto: en 15 del mismo mes otro para poder sacar 1,000 cahíces de trigo de Aragón y
Cataluña en tiempo de prohibición: y últimamente en 20 de septiembre del mismo año, la dio el título de v., concediendo a sus moradores permiso para coronar el
campanario. En la última guerra civil ha sufrido esta pobl. varios ataques por los carlistas al mando del Serrador y otros cabecillas, y siempre se defendieron sus nacionales con el mayor valor y arrojo. El dia 24 de enero de 1838, la puso Cabrera sitio formal con cinco batallones, cuatro escuadrones, y 5 piezas de artillería de grueso calibre. Colocó un cañón de á diez y seis en el
camino do Alcalá y a tiro de pistola de la igl., de modo que con tal proximidad, el primer disparo de la pieza abrió un terrible boquete en la
capilla de la Soledad, atravesando la bala hasta la pared de enfrente. En el conv. situaron otras dos piezas contra el ángulo superior de la igl. y el
torreón que allí se habia construido, el cual en pocos minutos quedó hecho un montón de escombros. Entre el
huerto de la Vega y el camino de Alcalá pusieron 2 obuses que dirigían certeros tiros al alto de la
torre, a pesar de su elevación. El fuego no cesaba ni de dia ni de
noche: el que de fusilería hicieron los sitiados era horroroso, y muy vivo también el que sostenía su línea de tiradores establecida en las
casas que rodeaban la igl. Asi continuaron hasta el 27, en cuyo dia aumentó Cabrera sus esfuerzos, poniendo en
juego otros 2 morteretes con los cuales consiguió arrojar 5 bombas dentro de la igl. y muchas granadas que causaban en los sitiados bastante daño. Es indecible lo que trabajaron la guarnición y M. N. encerradas entre cuatro desmoronadas paredes: macizaron toda la claustral de la igl. por la parto de Alcalá, y lo mismo el ángulo que mira al conv.: para verificarlo cavaron la igl. más de 7 a 8 palmos, cuya tarea asombró a los carlistas. Para las brechas cosieron sacos de cuanta ropa hallaban a mano, quitándose sus propios vestidos, sin conservar más que lo preciso para no estar enteramente en cueros. Dicho dia estaba próxima a desplomarse la mitad de la igl., pues las balas de á 16 habían casi destruido una de las pilastras que sostenían la media naranja dé la
cruz del templo. El campanario completamente arruinado, no servía ya de baluarte a los sitiados: los carlistas habían sorteado las compañías que debían dar el asalto. En tal conflicto tuyo lugar la capitulación, por cuyo medio salvaron la vida los valientes defensores de Benicarló, acepto Roure (*) que debió su conservación al ardid: Cabrera lo había dejado fuera de capitulación, y él pata conservar la vida le ofreció, entregarle a Vinaroz, si le permitía llegar hasta dicha
plaza con 8 ó 15 soldados, siguiéndole él con toda su fuerza, para que ocupado que hubiese con su escolta la entrada dé la c. y sorprendido la guardia, las tropas carlistas acudiesen a proteger la lucha que ofrecía entretener mientras llegaban. Fué creído, y nada cumplió después que consiguió salvarse. Los otros prisioneros fueron conducidos a los depósitos, y los carlistas después de haber exigido 8,000 duros por derecho de conquista, abandonaron a Benicarló, dejando completamente inutilizadas las fortificaciones, que fueron restauradas, y ocupada nuevamente la v. por los carlistas, fué abandonado definitivamente su fuerte por ellos en 1810, sin hacer oposición alguna. El
escudo de armas dé Benicarló figura una cruz de Montesa con un cardo a cada lado..
* Diccionario Geográfico – Estadístico - Histórico de
España y sus posesiones de Ultramar, Pascual Madoz, 1848.