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BURRIANA: UN DÍA LLEGUE A BURRIANA...

UN DÍA LLEGUE A BURRIANA
Hace ahora cuarenta años, Burriana estaba durmiendo, era el uno de agosto domingo, y después de pasar toda la noche en la carretera, por fin llegamos a ese pueblo grande de Castello, que le llaman de La Plana, estaba todo cerrado, era una hora de madrugada, donde el verdor de sus naranjos te hacía sentir a gusto, Por fin dimos con el alojamiento, era en El Camino de La Serratella. Un chalé bien conservado, y así empezamos nuestro veraneo sin demasiado problemas, Aunque aquella tarde noche, conocimos como son las trombas de agua o sea tormentas en esas tierras de Levante, donde durante una hora y pico cayo agua para inundar algunas viviendas, su playa cercana al Puerto era bastante tranquila, y se podía aparcar entonces bastante bien. Fueron días de visitar las Cuevas de San José en Val de Uxo, preciosas, y seguir viendo en Peñíscola el Castillo del Papa Luna, visitando Alcocebre y otros lugares cercanos, y desde Burriana un día entre semana nos fuimos hasta Alicante, para visitar la tumba nicho del poeta Miguel Hernández, Todo en aquel tiempo parecía prohibido, más había personas que te llevaron hasta su tumba, dentro del Cementerio Municipal de Alicante. Eran tiempos difíciles, donde tenias que coger la información con la punta de los dedos. En Burriana teníamos la suerte de poder ir a la descarga de barcos de pesca, y comprar pescado recién llegado al Puerto, Me acuerdo que el agua era bastante salado, en las viviendas, pero teníamos por las noches siempre marcha, nos íbamos a ver los toros entorchados, con sus bolas de fuego en las puntas de los cuernos, que iban sujetas a un soporte de hierro, en aquella comarca, se celebraban pegando al mar, y el espectáculo atraía a mucho público, en Moncofar, Val de Uxo, y en el pueblo de las baldosas, o fábricas de cerámica, los caminos entre los naranjos entonces eran asfaltados, y su paseo en coche entre esos arboles era fabuloso. Guardo muy buen recuerdo de aquel tiempo, que no era el calor tan sofocante, subimos una tarde noche al Desierto de Las Palmas, lugar donde se fabricaba el licor Benedictino, lugar digno de visitar, con una visibilidad enorme. He vuelto a pasar por Burriana, y mi corazón le sigue apreciando, eran cuarenta años menos, la vida por delante y tus dos hijos conociendo el mar con salud y armonía, Un saludo al pueblo de Burriana. G X Cantalapiedra.