Pueblo pequeño, pero encantador. Lo que más me sorprendió, cuando estuve allí, fueron las piedras sobre los tejados y las hermosas panorámicas que puedes disfrutar.
Todos los pueblos y aldeas del Maestrazgo tienen su particular encanto. Son lugares donde se exprimen los sentimientos, donde los recuerdos se convierten en presente y donde "el silencio habla". Poco importa que estés en tal o en cual, siempre es igual, la amabilidad de sus gentes, su mirada afectuosa hacia el recién llegado, sus historias...... que te invitan a reflexionar sobre la vida, sobre nuestra propia vida.