La hoy
ermita de
San Roque fue la primera
parroquia cristiana de la villa de Xérica. Conquistada en 1235, y siguiendo la tónica habitual, la mezquita mayor del lugar fue convertida entonces en
iglesia parroquial, que fue dedicada a
Santa Águeda.
El
edificio se encontraba en el recinto del
castillo y, de nuevo siguiendo lo habitual tras la conquista, el templo se rehizo en el estilo
gótico que por entonces se expandía por el reino de
Valencia.
En el siglo XIV fue reformada, comenzando de nuevo a ampliarse en 1384, si bien la obra fue detenida al año siguiente por el infante don Martín –«el Humano», futuro rey–, señor de Xérica, que decidió trasladar la parroquia, destruyendo el templo –para mejor defensa del castillo– y trasladarlo al arrabal, para lo que donó el mismo 1385 su
palacio y
huerta.