La
parroquia de
San Miguel se erigió en el siglo XV junto a la
Puerta de Alfaro y a extramuros siendo, por tanto, la
iglesia más antigua de la ciudad. En su origen lució un marcado estilo
gótico pero las sucesivas ampliaciones y reformas realizadas hasta el s. XVIII la convierten en una joya del barroco navarro.
Actualmente la construcción de ladrillo sobre basamento de
piedra y contrafuertes cuenta con una planta de tres naves, cabecera pentagonal y crucero. La
fachada principal, igualmente de ladrillo y con escalinata de piedra a sus pies, muestra una
portada de
arco de medio punto entre pilastras clásicas. Ésta luce nicho hueco ocupado por la
escultura renacentista de San Miguel y una
ventana en cuyos laterales se adjuntan
escudos de la ciudad; sobre la cornisa el
frontón triangular partido albergaba una talla de San Pedro de principios del XVII; y en cada uno de los laterales unas
portadas ciegas y cuerpos de ladrillo almohadillado dan paso a dos
campanarios, fechados en el s. XIX, de base octogonal rematados con agujas.
En su magnífico interior
bóvedas de arista cubren las naves centrales y laterales, bóvedas de cañón con lunetos los brazos del crucero, una
cúpula elíptica su centro y una
bóveda al
horno cierra el
ábside. Así mismo, todo el perímetro de la iglesia lo recorren ricas y teatralizadas ornamentaciones de escenas bíblicas a las que se añaden pinturas murales realizadas en el s. XX para potenciar la exuberancia rococó del templo, cuyo máximo representante es el
retablo mayor.
Éste, de cascarón y planta cóncava articulado por enormes
columnas, acoge imágenes del santoral entre las que destaca San Miguel; fue realizado entre los años 1718 y 1722 por el maestro Juan Antonio Gutiérrez -a José Saénz de Inestrillas corresponde su dorado e incorporación en 1790 de novedades decorativas y estructurales rococós-. Así mismo, el templo conserva en su interior un preciado crucificado flamenco del siglo XV; cuenta con diversos
retablos,
púlpitos, sillería coral, tallas, un
órgano y rico ajuar de una exquisitez propia de los siglos XVII y XVIII.