Lo mejor es no lavar las fresas hasta el momento de utilizarlas porque se ablandan y estropean enseguida. Límpiadlas bajo el grifo, sin sumergirlas (error que yo cometía), y a continuación quitar el rabillo y cortar las fresas según como os gusten más (yo las parto pequeñitas por mi hija y además cogen más el jugo).
Conservar más tiempo: Para que duren más tiempo, si no las váis a consumir de inmediato, lo mejor es ponerlas tal cual sin lavar ni limpiar en un colador y dentro... Fresas con cava o con vino: Para paladares más exquisitos. Una combinación excelente ya sea mezclado o por separado. Fresas con yogur: Es otra variante de las fresas con nata. Y si tenéis en la nevera yogur griego y troceaís bastante las fresas veréis que no tiene nada que envidiar a las que ponemos con nata. Las famosas fresas con nata o una variante, fresas con leche condensada: Nada que comentar, están buenísimas. resas con chocolate: Una idea que leí en la revista Telva es fundir chocolate en el microondas, mojar en él cada fresa, ponerlas en una bandeja e introducir en la nevera. El chocolate se endurece y tendremos un postre fácil y diferente. Si queremos darle un toque especial, podemos pinchar a cada fresa un palillo o palo de brocheta y colocarlas cuando estén listas en una copa de postre, así será más fácil comerlas. ¡Una perdición para los sentidos!
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