Recordemos que la etapa escolar es el momento más importante para la consolidación de los hábitos alimentarios saludables, como también lo es para la actividad física. Pero hay más argumentos para convencer: "Se ha hablado de la repercusión de un mal desayuno en el rendimiento escolar pero se ha hablado menos de su relación con el riesgo de obesidad"
Cada vez hay más datos que apoyan la relación entre el desayuno y el peso corporal. Un menor número de días en que se desayuna se ha asociado a un mayor Índice de Masa Corporal en los jóvenes ¿Paradójico?, veamos: desayunar de forma habitual conlleva hábitos alimentarios y de actividad física más regulares o elecciones de alimentos más saludables? por el contrario, cuando no se desayuna de forma regular, hay un aumento del picoteo, patrones de ingesta irregulares o mayor consumo de alimentos de bajo valor nutricional y consumen una mayor cantidad de energía en la cena.
Otra
vía por la que el desayuno parece influir en la prevención de obesidad es su impacto potencial en la calidad global de la dieta; al parecer la ingesta de fibra, calcio, vitaminas y hierro es superior, y la de calorías y grasa inferior en los niños que desayunan regularmente.
En resumen, desayunar puede prevenir la obesidad a través de diversos mecanismos biológicos y conductuales, es por tanto un buen marcador de un estilo de vida saludable.
Y otro motivo para el desayuno en
casa con mesa y mantel, es que la
familia debe seguir siendo la principal referencia en relación con la alimentación del niño y un punto de encuentro, dado que son muchos los que pasan el día fuera y comen en el
comedor escolar. Debe proporcionar entre el 25-35 por ciento del total de las necesidades energéticas diarias y contener alimentos variados entre los que no deben faltar la
fruta y la leche.