LOS CIELOS QUE DERROCHAN...
Los cielos que derrochan rebosantes estrellas
ostentan por encima de tus penas.
En lugar de la almohada, vierte el llanto a lo alto.
Aquí, en el que ya llora, en el último rostro, extenuándose,
comienza electrizante el espacio del mundo.
¿Quién si hacia allí te apremias detiene este torrente?
Nadie, a no ser que tú te alzaras en combate
con toda esta corriente impetuosa
de astros que se lanzan hacia ti.
Respira, aún respira lo oscuro de la tierra
y alza otra vez los ojos. Levemente y sin rostro,
desde arriba se apoya la lejanía en ti.
Ese rostro disuelto que la noche contiene
confiere al tuyo espacio.
París, abril de 1913
RILKE
Los cielos que derrochan rebosantes estrellas
ostentan por encima de tus penas.
En lugar de la almohada, vierte el llanto a lo alto.
Aquí, en el que ya llora, en el último rostro, extenuándose,
comienza electrizante el espacio del mundo.
¿Quién si hacia allí te apremias detiene este torrente?
Nadie, a no ser que tú te alzaras en combate
con toda esta corriente impetuosa
de astros que se lanzan hacia ti.
Respira, aún respira lo oscuro de la tierra
y alza otra vez los ojos. Levemente y sin rostro,
desde arriba se apoya la lejanía en ti.
Ese rostro disuelto que la noche contiene
confiere al tuyo espacio.
París, abril de 1913
RILKE