Cuando mi hermano y yo éramos pequeños, recuerdo que mi abuela nos compraba unos días antes, las palmas blancas, que guardábamos en la ducha del aseo (para que se conservara mejor) hasta el Domingo de Ramos. Mi madre nos compraba ropa primaveral, a mí un vestidito rosa con florecitas y a mi hermano unos pantalones cortos azul marino… La mañana del Domingo de Ramos, hiciera frío, lloviese o cualquier otra cosa, mi madre nos vestía y esperábamos a mis abuelos, para salir acompañando a la procesión. En aquellos años, las heladerías abrían sus mostradores aquel domingo, y podíamos tomar el primer helado de la temporada…