FELIZ VIERNER SANTO
No te entiendo, Señor, cuando te miro
frente al mar, ante el mar crucificado.
Solos el mar y tú. Tú en cruz anclado,
dando a la mar el último suspiro.
No sé si entiendo lo que más admiro:
que cante el mar estando Dios callado;
que brote el agua muda, a su costado,
tras el morir, de herida sin suspiro.
O el mar o tú me engañan al mirarte
entre dos soledades, a la espera
de un mar de sed, que es sed de mar perdido.
¿Me engañas tú o el mar al contemplarte
ancla celeste en tierra marinera,
mortal memoria ante inmortal olvido?
José Bergamín
No te entiendo, Señor, cuando te miro
frente al mar, ante el mar crucificado.
Solos el mar y tú. Tú en cruz anclado,
dando a la mar el último suspiro.
No sé si entiendo lo que más admiro:
que cante el mar estando Dios callado;
que brote el agua muda, a su costado,
tras el morir, de herida sin suspiro.
O el mar o tú me engañan al mirarte
entre dos soledades, a la espera
de un mar de sed, que es sed de mar perdido.
¿Me engañas tú o el mar al contemplarte
ancla celeste en tierra marinera,
mortal memoria ante inmortal olvido?
José Bergamín