SONETO: LA DIOSA PRIMAVERA
Allá donde pisaba ella, crecía
la hierba tan brillante y jubilosa,
pues era tan sutil como exitosa,
que al tacto de sus pies, ya florecía.
Y entre su suave aliento, revivía
la flor que se mostraba recelosa,
brotando de su tallo algo espinosa,
que en alas del calor, resplandecía.
La noche se acercaba sigilosa,
helando suavemente los zambullos
pero al alba se abrían más hermosos,
erguidos y altaneros los capullos
cargados de color y esplendorosos,
se mostraban al paso de la diosa
Del taller de poesía
Allá donde pisaba ella, crecía
la hierba tan brillante y jubilosa,
pues era tan sutil como exitosa,
que al tacto de sus pies, ya florecía.
Y entre su suave aliento, revivía
la flor que se mostraba recelosa,
brotando de su tallo algo espinosa,
que en alas del calor, resplandecía.
La noche se acercaba sigilosa,
helando suavemente los zambullos
pero al alba se abrían más hermosos,
erguidos y altaneros los capullos
cargados de color y esplendorosos,
se mostraban al paso de la diosa
Del taller de poesía