Manolo y Pepín aserruchaban madera, cada quien en un extremo de la herramienta. En eso Manolo empujó con fuerza la sierra y le cortó una oreja a Pepín. Manolo encontró la oreja entre el serrín pero Pepín reclamó: ¡Esa no es mi oreja! ¡La mía traía un lápiz, lo juro!