Los oficios del campo y, con ellos, el de la horticultura nunca han tenido buena fama. En general, son considerados ruines, villanos y despreciados, quizás porque con semejantes adjetivos se han calificado siempre a los campesinos. Y por injusta extensión, resulta que los productos del huerto también arrastran la mala prensa. Es conocido el dicho de "si quieres a tu marido muerto, cómprale un huerto", como son también comunes las insignificancias o los desprecios que destilan frases como "me importa un rábano" o "un pepino" o "un pimiento" que para el caso valen las tres lo mismo.