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OROPESA DEL MAR: Blancanieves, una princesa desconfiada...

Blancanieves, una princesa desconfiada

Había una vez una princesa, cuyo cutis era blanco y sus cabellos eran negros como azabache. Se llamaba Blancanieves. Su belleza enfurecía a su madrastra, quien ordenó a un cazador matarla. Éste estaba dispuesto a cumplir con el encargo de la reina pero Blancanieves, al darse cuenta de las intenciones del hombre, empezó a correr casi sin respiro.

Al fin, libre del acoso de su opresor, encontró una casita y entró. Todo era diminuto, la mesita, las camas; el desorden habitaba allí. De pronto oyó voces que provenían de afuera. Se asomó a la ventana y pudo distinguir siete hombrecitos con rostro gruñón; uno de ellos gritaba diciéndole al otro:

- Esta noche quiero comer lomo con nieve blanca.

Al escuchar esto la princesa se asustó y buscó una salida para poder huir, por suerte dio con una puerta que conducía directamente al bosque. Aceleró su paso, con tanta fuerza, que cayó desmayada. Al despertar, vio el rostro de la bruja mala, que no era otra que su madrastra, que la estaba hechizando convirtiéndola en un gusano. Ahora sí, todo parecía perdido para ella.

Una tarde un joven príncipe paseaba con su caballo blanco, se bajó del mismo para recoger frutos, y al notar la presencia del pequeño gusano, algo le llamó la atención; un collar de perlas le prendía del cuello. Lo tocó y de esa forma se rompió el hechizo de la bruja. Blancanieves regresó a su figura y hermosura. El príncipe, al ver a la muchacha, quedó enamorado y le ofreció casamiento; ella, sin embargo, desechó la propuesta y se alejó temerosa. Tomando el caballo blanco del príncipe, se perdió rápidamente.

El joven, furioso por la actitud de la princesa lanzó con rabia un grito:

- Maldita princesa, robó mi caballo.