Juan Valle
Soledad
Sentado de este río junto al cauce,
vengo a pensar a solas en mi suerte.
Por acercarme al reino de la muerte,
vengo a buscar la sombra de este sauce.
Mi ser ha trastornado la amargura;
me está quemando el sol, y tengo frío;
voy, refresco mis miembros en el río,
y me siento abrasar en calentura.
Soledad
Sentado de este río junto al cauce,
vengo a pensar a solas en mi suerte.
Por acercarme al reino de la muerte,
vengo a buscar la sombra de este sauce.
Mi ser ha trastornado la amargura;
me está quemando el sol, y tengo frío;
voy, refresco mis miembros en el río,
y me siento abrasar en calentura.
Mas de estas flores el agreste aroma
narcótico feliz a mi alma presta:
por simpatía, a mi gemir contesta
el gemir de la huérfana paloma.
Del buey trabajador se oye el mugido,
y en las espigas susurrar el viento,
y en monótono son se escucha lento
de millares de insectos el zumbido.
Van siguiendo los perros familiares
los pasos de los pobres labradores;
la aldeana adornada va con flores,
entonando estribillos populares
narcótico feliz a mi alma presta:
por simpatía, a mi gemir contesta
el gemir de la huérfana paloma.
Del buey trabajador se oye el mugido,
y en las espigas susurrar el viento,
y en monótono son se escucha lento
de millares de insectos el zumbido.
Van siguiendo los perros familiares
los pasos de los pobres labradores;
la aldeana adornada va con flores,
entonando estribillos populares