Nada en este mundo merece que tus ojos siempre derramen lágrimas… nada amerita que tu corazón se llene de inquietudes, pues desde el fondo de tu ser tienes que sacar esa fortaleza que Dios te dio desde el instante mismo en que te creó, para bien de la vida… para que camines por el mundo con la frente en alto y sepas afrontar cualquier situación que te lastime.