Los políticos, tan dados a la incontinencia verbal, aquí son parcos en palabras. Silban con desvergüenza insultante mirando al cielo. O se inventan batallitas del abuelo Cebolleta para eludir sus responsabilidades. Es denigrante que con el vendaval que azota nuestro estado de bienestar, con recortes en educación, sanidad, investigación o pensiones; cuando tenemos que repagar servicios que ya abonamos vía impuestos o cuando algunos ciudadanos se suicidan ante la pérdida de su vivienda y otros muchos pasan hambre, los partidos políticos sean incapaces de ponerse de acuerdo en algo.