Ahora el mundo de la corruptela política quiere alumbrar el de los tecnócratas programados, huir de la sartén para caer en el fuego. En él toda humanidad se supedita a cifras. Estos imbéciles digitales no respetan el valor de las personas y su primacía sobre lo demás. Ante tan triste panorama, el conjunto de la sociedad ha tenido que tomar cartas en el asunto.