El estratégico enclave de
Segorbe, junto al
río Palancia, en la ruta natural que une la costa con las tierras altas de
Teruel y sobre un amplio risco, el cerro de Sopeña, que se adentra hacia el
valle, fertilizado por abundantes
fuentes y manantiales, han convertido este cerro a lo largo de la
historia en foco de culturas y solar de la población. Su forma amesetada, con pronunciadas pendientes que facilitan una defensa perfecta contra posibles enemigos y su dominio del valle que lo circunda, hacen de esta elevación una inmejorable posición estratégica, lo que determinó que la cima fuera ocupada de forma permanente desde la Prehistoria. Aunque la envergadura de las sucesivas edificaciones realizadas en la cima han ocultado o destruido los niveles más antiguos, los restos arqueológicos permiten confirmar la existencia de un primer asentamiento durante la Edad del Bronce.