¿tienes un restaurante?



María Baranda

En los pistilos

De luz te vi nacer donde la estirpe
de un sol de sangre entre las nubes
límpido alumbra la voz de las raíces.
Si entro en tu sueño me despierto,
amanecen las sombras por tu alcoba,
en tu nombre se enciende verde el mundo ... (ver texto completo)
bajo el rayo más fuerte de aquel sol,
luchamos, la luz a nuestro lado,
el tiempo en todas partes
y la milicia de los cielos
a la voz de la traición,
crímenes venidos de muy lejos,
vestidos con grebas de bronce
y coraza escamada,
llevaron la plaga,
a los atrios y almacenes, ... (ver texto completo)
aquí hace tiempo mirábamos un mundo,
quizá desesperado,
de leyes agotadas,
de héroes y de locos,
de vendedores y príncipes extintos,
un mundo donde el sol se aleja,
desciende el horizonte,
las piedras abren grietas
por donde pasa la muía
con su amo que se arrastra, ... (ver texto completo)
yeguas magníficas
eran cobalto
en los caminos bárbaros,
y un viejo sacristán
de pie en el muelle
decía de Dios y los insectos
a tres días de la muerte,
¡guerreros de hermosas manos
y cuerpos de árbol!, desnudos van
pero gloriosos, ... (ver texto completo)
bajo el rayo más fuerte de aquel sol,
luchamos, la luz a nuestro lado,
el tiempo en todas partes
y la milicia de los cielos
a la voz de la traición,
crímenes venidos de muy lejos,
vestidos con grebas de bronce
y coraza escamada,
llevaron la plaga,
a los atrios y almacenes, ... (ver texto completo)
mar arriba entre las nubes
se iba el canto del ejército,
y nadie,
en la visitación de los extraños,
sintió la paz que mata
mas no alcanza a disipar
los sueños ya de siempre,
blancas eran las caras consumidas,
blancas también las piedras de la fosa
que hizo cavar aquel Sargento, ... (ver texto completo)
yeguas magníficas
eran cobalto
en los caminos bárbaros,
y un viejo sacristán
de pie en el muelle
decía de Dios y los insectos
a tres días de la muerte,
¡guerreros de hermosas manos
y cuerpos de árbol!, desnudos van
pero gloriosos, ... (ver texto completo)
¡Señor, el mundo es tan ajeno!,
será, narraba aquella anciana, cuando se
guarde el sol
y de los montes bajen a un feudo de leyendas,
en paz con la mesura del enebro, lo harán
por la espiral del cielo, el corazón a punto
y la marea...

así fue el nacimiento
de todos los Espíritus, ... (ver texto completo)
mar arriba entre las nubes
se iba el canto del ejército,
y nadie,
en la visitación de los extraños,
sintió la paz que mata
mas no alcanza a disipar
los sueños ya de siempre,
blancas eran las caras consumidas,
blancas también las piedras de la fosa
que hizo cavar aquel Sargento, ... (ver texto completo)
el Padre en el abismo
que ruega por el sol y su blanca marejada,
el Padre en el principio que todo lo reclama,
el todopoderoso que guarda de noche
su ejército de dioses,
caballos de viva sangre eran su primer coro,
y la palabra pura

en el mundo
libre al aire y al mar; ... (ver texto completo)
¡Señor, el mundo es tan ajeno!,
será, narraba aquella anciana, cuando se
guarde el sol
y de los montes bajen a un feudo de leyendas,
en paz con la mesura del enebro, lo harán
por la espiral del cielo, el corazón a punto
y la marea...

así fue el nacimiento
de todos los Espíritus, ... (ver texto completo)
ángeles venidos de la Altura
cruzaban muchos círculos,
ofrendas de pimientos y frutas muy jugosas
eran puestas al paso de los templos, los ángeles
con las manos abiertas, decían el Bien decían
el Mal
hasta la hora en que una estrella
aparecía en el firmamento
y toda exclamación se disipaba,
... (ver texto completo)
el Padre en el abismo
que ruega por el sol y su blanca marejada,
el Padre en el principio que todo lo reclama,
el todopoderoso que guarda de noche
su ejército de dioses,
caballos de viva sangre eran su primer coro,
y la palabra pura

en el mundo
libre al aire y al mar; ... (ver texto completo)
María Baranda

Ángeles de proa

I

Hemos llegado
y no es del mar donde somos,
aquí hace tiempo estaba nuestra casa,
en el Oriente de los vientos; ... (ver texto completo)
ángeles venidos de la Altura
cruzaban muchos círculos,
ofrendas de pimientos y frutas muy jugosas
eran puestas al paso de los templos, los ángeles
con las manos abiertas, decían el Bien decían
el Mal
hasta la hora en que una estrella
aparecía en el firmamento
y toda exclamación se disipaba,
... (ver texto completo)
María Baranda

Ángeles de proa

I

Hemos llegado
y no es del mar donde somos,
aquí hace tiempo estaba nuestra casa,
en el Oriente de los vientos; ... (ver texto completo)
María Antonieta Le-quesne

Y todo pasará

Yo sé que hay signos que a mi vida marcan
un límite cercano...

¿La Muerte?
Pienso en ella como en la Primavera:
más ansias que cuidado... ... (ver texto completo)
María Antonieta Le-quesne

Alma que mueres de amor

Alma que mueres de amor,
dime lo que es despertar
en la alborada de Dios,
cuando se muere de amor.

Yo sé lo que es enfermar
y agonizar de pasión,
pero no he sabido amar
para morirme de amor.

Alma que mueres de amor,
dime lo que es enfermar
para morirme de amor...
¡Yo sólo sé agonizar!

Y, para hacerme morir,
sé que no habrá otro dolor:
¡en el curso del vivir
no he sentido otro mayor!

Y no me quiero morir
si no me muero de amor,
porque yo quiero vivir
la agonía del amor...

Alma que mueres de amor,
dime lo que es enfermar
para morirme de amor...
¡Yo sólo sé agonizar! ... (ver texto completo)
María Antonieta Le-quesne

Recodo azul

Hay caminitos tristes, retorcidos,
por donde vamos siempre
cabizbajos y solos...
donde hay recodos hondos como nidos,
donde hay nidos de sedas
y cabecitas de oro... ... (ver texto completo)
María Antonieta Flores

De el Señor de la muralla

J) De cómo una dama consciente
entrega sus riquezas y joyas a quien
recorre los campos de guerra
empuñando la aniquilación.

Señor de la Muralla ... (ver texto completo)
O) Se cuenta cómo después de bodas
y celebraciones, la cumplida esposa,
nunca olvidada por el Señor, da el
paso de rigor.

Aguardo
lúcida
el amanecer
Si uno cree en cada palabra
Si se ansió y gozó la tenue caricia de un tirano ... (ver texto completo)
María Antonieta Flores

De el Señor de la muralla

J) De cómo una dama consciente
entrega sus riquezas y joyas a quien
recorre los campos de guerra
empuñando la aniquilación.

Señor de la Muralla ... (ver texto completo)
María Ángeles Maeso

Como gotas de sangre los frutos de las moreras...

Con qué cara llorar en el teatro
César Vallejo

Como gotas de sangre los frutos de las moreras
pesan
y las doblan hacia el cristal. ... (ver texto completo)
¿En uno de cada cuántos brotes
atosiga un presagio de tijeras?
Esas yemas, ignoradas por la escarcha,
nominadas por el pulso eléctrico de los cintos.

Será porque ya ha llegado
el tiempo del orfelinato,
por lo que yo no puedo recordar
sin pértiga de salto a los espejos.
... (ver texto completo)