¿tienes un negocio?



Milagroso fantasma
que enloquece a los pájaros sedientos,
y a los árboles pasma.

Ya mi ala a Dios exalto,
y mi pluma se inflama como loca
en su fanal más alto.
Ya mi bordón requiero,
y no aquieta mi labio hasta que toca
la sandalia de Homero...

¡Tu cielo azul, tus lares!
¡Patria! Nevado monte! Casa vieja!
roble de mis cantares!
En un meditar solo;
o en hoja y flor que en ática
guirnalda tiendo a los pies de Apolo...

Ya aletazo aquilino
toca mi ciega fuente, y va a los vientos
el chorro cristalino:
Milagroso fantasma
que enloquece a los pájaros sedientos,
y a los árboles pasma.

Ya mi ala a Dios exalto,
y mi pluma se inflama como loca
en su fanal más alto.
Y el dictamen obscuro,
bajo el aire celeste, en la vigilia,
deformo o transfiguro,
en dádiva secreta;
en salmo de esperanza a la familia,
al amigo, al poeta;
En hieles del despecho;
en áspid que amenaza por la espalda
y me emponzoña el pecho:
En un meditar solo;
o en hoja y flor que en ática
guirnalda tiendo a los pies de Apolo...

Ya aletazo aquilino
toca mi ciega fuente, y va a los vientos
el chorro cristalino:
Y alguien responde: acaso
el ángel bueno que me guarda;
el malo que me perturba el paso;

Dios mismo: acaso Cristo,
por la boca del lodo en que resbalo
o el lirio que conquisto...
Y el dictamen obscuro,
bajo el aire celeste, en la vigilia,
deformo o transfiguro,
en dádiva secreta;
en salmo de esperanza a la familia,
al amigo, al poeta;
En hieles del despecho;
en áspid que amenaza por la espalda
y me emponzoña el pecho:
Y duermo... y en el sueño
me pregunto: ¿quién soy?...
¿quién me conoce?...
¿Estoy despierto o sueño?...

¿Es crimen, es mentira
el placer que me aflige?... ¿santo goce
el dolor que me inspira?...
Y alguien responde: acaso
el ángel bueno que me guarda;
el malo que me perturba el paso;

Dios mismo: acaso Cristo,
por la boca del lodo en que resbalo
o el lirio que conquisto...
Mi cuerpo, con sus lodos,
dejádmelo, que es mío; con su albura,
mi espíritu es de todos...

Y así, aspirando al cielo,
y aspirando a la tierra, y aspirando
a la quietud y al vuelo,
en este inquieto viaje
me siento derribar de cuando en
cuando por el contrario oleaje.
Y duermo... y en el sueño
me pregunto: ¿quién soy?...
¿quién me conoce?...
¿Estoy despierto o sueño?...

¿Es crimen, es mentira
el placer que me aflige?... ¿santo goce
el dolor que me inspira?...
Detesto el mal, y amigo
del malo soy, -mi carne bien lo sabe,-
pero a mis jueces digo:

Dolor me apacentara.
Soy el loto que sorbe en agua impura.
Su aroma y su miel clara.
Mi cuerpo, con sus lodos,
dejádmelo, que es mío; con su albura,
mi espíritu es de todos...

Y así, aspirando al cielo,
y aspirando a la tierra, y aspirando
a la quietud y al vuelo,
en este inquieto viaje
me siento derribar de cuando en
cuando por el contrario oleaje.
Llama que al cielo amaga
es mi ambición... que un niño
cruza ileso, y una lágrima apaga.

Todo lo tengo; y, breve,
cabe en un verso mi caudal:
más grave
es un copo de nieve.
Detesto el mal, y amigo
del malo soy, -mi carne bien lo sabe,-
pero a mis jueces digo:

Dolor me apacentara.
Soy el loto que sorbe en agua impura.
Su aroma y su miel clara.
Pobre es mi celda, pero
a veces canta o se lamenta en ella
el universo entero.

¡Mi Ideal!... lo harta un perfume
de yerba fresca; en la oblación
de un beso su mole se consume.
Llama que al cielo amaga
es mi ambición... que un niño
cruza ileso, y una lágrima apaga.

Todo lo tengo; y, breve,
cabe en un verso mi caudal:
más grave
es un copo de nieve.
Mi nombre, pronunciado
con ánimo gentil por vuestra boca,
me hará creerme amado.

Evocad mi memoria
al ver una luciérnaga, una estrella,
y me daréis la Gloria.
Pobre es mi celda, pero
a veces canta o se lamenta en ella
el universo entero.

¡Mi Ideal!... lo harta un perfume
de yerba fresca; en la oblación
de un beso su mole se consume.
Diego Dublé Urrutia

Fontana cándida

Para mí, nada pido,
dadme una rama de árbol, una roca,
y las tendré por nido
Mi nombre, pronunciado
con ánimo gentil por vuestra boca,
me hará creerme amado.

Evocad mi memoria
al ver una luciérnaga, una estrella,
y me daréis la Gloria.
Diego Dublé Urrutia

Fontana cándida

Para mí, nada pido,
dadme una rama de árbol, una roca,
y las tendré por nido
Así con la callada caravana
dialogaban la muerte, la tristeza
o la desolación. La selva indiana
doblegaba sobre ella la cabeza
como un ala materna. Las raposas
hacían resonar las hondonadas
con sus gritos. Bandadas tumultuosas
de pájaros dejaban las aguadas
al acercarse el infeliz proscrito.
El bosque inacabable se volvía ... (ver texto completo)
que alejarse los viera
sin llamarlo, y allí les alcanzaba...
¡Nunca el bruto viniera! Fue una espina
sobre espinas (ya el día era pasado
largamente), la gente peregrina
desbordó su dolor acumulado,
y así como si un puma
rugiera bajo el hambre que le abruma,
un sollozo infinito,
confusión de blasfemia y de plegaria, ... (ver texto completo)
tirado al río, en ese mundo extraño
se hundirá tu familia perseguida;
venderás tu rebaño
y tu lecho... y tus hijas en seguida...
Hasta que un día de piedad, la muerte
venga y te diga: 'Te engañaste, ¡oh viejo
montañés, fatigado por la suerte!
tampoco es tuyo este rincón sombrío,
esta vida no es tuya... Mi consejo
de báculo te sirva. Cruza el río ... (ver texto completo)
Así con la callada caravana
dialogaban la muerte, la tristeza
o la desolación. La selva indiana
doblegaba sobre ella la cabeza
como un ala materna. Las raposas
hacían resonar las hondonadas
con sus gritos. Bandadas tumultuosas
de pájaros dejaban las aguadas
al acercarse el infeliz proscrito.
El bosque inacabable se volvía ... (ver texto completo)
¿Adónde vamos?' -se decían todos
en su mudo terror- y su alma obscura
de víctimas, forjada en los éxodos
de la raza, 'a la selva, a la llanura-
les contestaba- al páramo, al camino,
a donde van por el invierno el ave
de los cielos, el cardo peregrino
y el agua del torrente... ¿quién lo sabe?'...
' ¿Qué haré? ¡Dios mío!' -en su infinita pena
gemía el viejo- y esa lengua ignota ... (ver texto completo)
tirado al río, en ese mundo extraño
se hundirá tu familia perseguida;
venderás tu rebaño
y tu lecho... y tus hijas en seguida...
Hasta que un día de piedad, la muerte
venga y te diga: 'Te engañaste, ¡oh viejo
montañés, fatigado por la suerte!
tampoco es tuyo este rincón sombrío,
esta vida no es tuya... Mi consejo
de báculo te sirva. Cruza el río ... (ver texto completo)