Recuerdo haber visto los
lavaderos de la Alameda, había tres; éste es el único que estaba cubierto, los otros no.
Cuando salíamos de la
escuela bajábamos al lugar donde pasaba la corriente de
agua y comenzábamos a saltar de un lado a otro. ¡Si nos llegan a ver nuestras madres!
Eramos unas niñas muy juguetonas y atrevidas. Son recuerdos, agradables como sueños bonitos.