Colgada sobre un barranco, en un emplazamiento imposible, emerge de la nada la espectacular Bocairente, una pequeña localidad valenciana situada en las estribaciones de
Albacete y
Alicante. Desde el siglo XIII, Bocairente mantiene su peculiar fisonomía de
casas colgadas y plazuelas escalonadas con
fuentes, cuando pasó a formar parte de la Corona de
Aragón y sus mezquitas se convirtieron en
iglesias. Lugar de resistencia contra los
romanos en época ibérica, Bocairente, a las faldas de la
Sierra de Mariola, se convirtió en
plaza fuerte durante el califato de
Córdoba para, después, transmutarse en guardián del reino taifa de Dénia, aunque pervivíó sobradamente por las riquezas que producía su
huerta y la abundante producción textil.