Sólo alguien tan ignorante y tan necio, puede pensar que sólo con no proporcionar las hojas de reclamaciones, ha salvado la falsa buena atención de su negocio.
Sólo alguien, que es capaz de echar fuera del local a un bebé de un año y medio que llega llorando porque “el grito” les puede resultar molesto al resto de los clientes, dice la clase de profesional de la hostelería, de quien les hablo.
Sólo alguien tan ignorante cree que impidiendo expresar la opinión de los clientes sobre su forma de comportarse a través de las hojas de reclamación, la voz no se va a oír.
Pues se equivoca de nuevo. Mediante esta simple nota, pretendo que lo que usted ha intentado acallar, llegue a los oídos de todas aquellas personas que al igual que me ha ocurrido a mí, consideran cruel y despreciable que eche de “su” local a un bebé de un año y medio.
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