Por aquel entonces, la mezquita del lugar fue bendecida y dedicada al culto mariano por el obispo Juan Prieto de la Zarza, que era quien acompañaba al rey Jaume I. Durante sus inicios la mezquita no fue derribada, sino que más bien fue adaptada a las necesidades para celebrar las ceremonias de culto cristiano y otras necesidades eclesiásticas de la época. Pero para empezar a entender la actual fisionomía del
monumento, cabe resaltar un acontecimiento que recoge en los escritos de la época: Un terremoto en
Ontinyent durante la
semana santa del año 1258.