Arder, arder, si entre tus manos fuera,
qué caricia tan dulce de la llama!
¡Qué suavidad del fuego que en la rama
es encendida y clara
primavera!
¡Quién pudiera en el centro de la
hoguera
ser la vegetación en que se inflama
y ser la voz de luz con que nos llama
a arder en la más cálida quimera!
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