Y las
casas que esconden los deseos
detrás de las
ventanas luminosas,
mientras afuera el viento
lleva un poco de barro a cada rosa.
Lejos... la bruma de las olvidanzas
-humos espesos, tajamares rotos-,
y el
campo, ¡el campo verde!, en que jadean
los bueyes y los hombres sudorosos.
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