Juan Domingo Argüelles
Como el mar que regresa
I
El mar siempre regresa;
sus montañas saladas se alejan,
pero vuelven;
abren las cicatrices de la arena;
rebosan de infinito los ojos que lo miran.
El mar regresa siempre
porque siempre está solo;
vuelve a buscar las playas.
Regresa.
Sabe que te hallará
porque los que están solos
saben que alguien está siempre esperándolos.
Como el mar que regresa
I
El mar siempre regresa;
sus montañas saladas se alejan,
pero vuelven;
abren las cicatrices de la arena;
rebosan de infinito los ojos que lo miran.
El mar regresa siempre
porque siempre está solo;
vuelve a buscar las playas.
Regresa.
Sabe que te hallará
porque los que están solos
saben que alguien está siempre esperándolos.
El mar no acaba nunca de regresar;
apenas lo has mirado ya se ha ido;
apenas lo has perdido
y ya te encuentra.
Para decirle adiós
es necesario no irse nunca;
quedarse junto a él,
frente a frente y sin prisa,
pegar tus labios a su beso húmedo
y sentir que no hay tiempo,
que no hay lugar,
que no hay límites;
saberlo, y nada más,
como cuando se ama,
como se afirma uno al ser que ama,
como hace uno razón
la fe,
la dictadura
del amor.
apenas lo has mirado ya se ha ido;
apenas lo has perdido
y ya te encuentra.
Para decirle adiós
es necesario no irse nunca;
quedarse junto a él,
frente a frente y sin prisa,
pegar tus labios a su beso húmedo
y sentir que no hay tiempo,
que no hay lugar,
que no hay límites;
saberlo, y nada más,
como cuando se ama,
como se afirma uno al ser que ama,
como hace uno razón
la fe,
la dictadura
del amor.