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PETRES: El lobo y los cerditos...

El lobo y los cerditos

Estaba una cerda con sus cinco cerditos al lado del molino de la Maiserina a la salida del pueblo, cuando vino el lobo y le dijo

- Tus cerditos están muy gordos y me los voy a comer, pues tengo mucha hambre.

- Hay señor Lobo, no me importaría que se los comiese si estuvieran bautizados. Pero no lo están y si usted se los come, se irán al Infierno con Pedro Botero. – contestó la cerda para ver si el lobo se apiadaba de ella.

- No me importa que se vayan al Infierno. Tengo mucha hambre y me los voy a comer ahora mismo – contestó el lobo ansioso.

- Se me ocurre una idea, señor Lobo. – dijo la cerda intentando ganar tiempo – Si me ayuda a bautizarlos en la presa del molino, a continuación, podrá comérselos.

- Está bien – contestó el lobo impaciente – dime que tengo que hacer.

- Póngase aquí por donde la presa entra en el molino y yo le alcanzaré los cerditos uno a uno. Usted les mete la cabeza en el agua y me los devuelve. Cuando estén todos bautizados, se los podrá comer. – Le dijo la cerda.

El lobo se puso donde el agua entraba en la canal del molino, con una pata a cada lado de la presa y fue metiendo en el agua la cabeza de los cerditos que le pasaba la cerda, que los volvía a recoger y los posaba en el suelo. Cuando el lobo le devolvía al quinto cerdito bautizado, la cerda le dio un tremendo emburrión (empujón) con el hocico y el lobo se cayó por la canal hasta el rodezno, que giraba por el empuje del agua y empezó a darle golpes por todo el cuerpo. El lobo gritaba

- Para rodín, para rodón que no quiero mas cerdos non. – mientras intentaba protegerse contra los golpetazos del rodezno.

Pero el rodezno no se detenía y seguía y seguía golpeando al lobo hasta que lo mató. Los cerditos saltaban de alegría alrededor de su madre que había sido tan lista y vivieron felices por mucho tiempo.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.