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PETRES: Después de todo,...

Se rompe en nuestras manos
con facilidad,
como las margaritas,
como la magia de lejanos sueños infantiles.

El pan,
humildemente,
se esparce como los mejores recuerdos.
Cada migaja
es una burla a la muerte.

No le pidas mayores sacrificios.
No al pan.

Tu vergüenza queda bien escondida
tras su amable entrega.
No te justifiques.

Después de todo,
tus huesos son huéspedes de tu cuerpo;
tu corazón es un músculo que puede ser extraído.

¿A quién vas a pedirle mejor destino
para tu mendrugo?

Entiéndelo:

El pan es la señal
de que no podemos solos.