José María Cuéllar
Elegía
Floté nueve meses en el Vientre de mi madre; apenas abrí
Los ojos me los vieron azules.
Con el tiempo serían tal como son.
El abuelo se internó en las montañas buscando el copalchí
Para la leche y el amuleto para el mal de ojo.
Las fuentecitas rojas me las pusieron en la muñeca con un cordoncito azul,
Y ahumaron la esquina oeste de la casa para darme larga vida.
Me ungieron de ajos y tabaco la memoria,
Para evitar alucinaciones de coleópteros y ardores en la piel
Y me chuparon por la boca los malos espíritus.
Cuando pasó el cadejo un viernes en la noche
Y asomó su hociquito de cabra por la puerta, ya me habían salido cuatro dientes
Elegía
Floté nueve meses en el Vientre de mi madre; apenas abrí
Los ojos me los vieron azules.
Con el tiempo serían tal como son.
El abuelo se internó en las montañas buscando el copalchí
Para la leche y el amuleto para el mal de ojo.
Las fuentecitas rojas me las pusieron en la muñeca con un cordoncito azul,
Y ahumaron la esquina oeste de la casa para darme larga vida.
Me ungieron de ajos y tabaco la memoria,
Para evitar alucinaciones de coleópteros y ardores en la piel
Y me chuparon por la boca los malos espíritus.
Cuando pasó el cadejo un viernes en la noche
Y asomó su hociquito de cabra por la puerta, ya me habían salido cuatro dientes