José María Fonollosa
Lafayette Street
Esta es la mujer mía. Pueden verla,
no tengan pena, de perfil, de frente.
Pueden acariciarla con los ojos.
Está desnuda bajo su vestido.
Es hermosa, ¿verdad? Todos lo dicen.
Ella también lo sabe. Es muy hermosa.
Mírenla de perfil, de frente. Desde
la uña del pie al cabello es muy hermosa.
Hasta los automóviles más caros
frenan para admirarla cuando pasa.
Vean a las demás. Se han vuelto feas
cuando ha entrado en el bar ella conmigo.
Y nada le pregunta a la cerveza
para hacer maravillas en la cama.
Esta es la mujer mía. No, no hay otra
tan completa cual ella. Es una lástima
que no encuentren ustedes otra igual.
Pueden acariciarla con los ojos.
Lafayette Street
Esta es la mujer mía. Pueden verla,
no tengan pena, de perfil, de frente.
Pueden acariciarla con los ojos.
Está desnuda bajo su vestido.
Es hermosa, ¿verdad? Todos lo dicen.
Ella también lo sabe. Es muy hermosa.
Mírenla de perfil, de frente. Desde
la uña del pie al cabello es muy hermosa.
Hasta los automóviles más caros
frenan para admirarla cuando pasa.
Vean a las demás. Se han vuelto feas
cuando ha entrado en el bar ella conmigo.
Y nada le pregunta a la cerveza
para hacer maravillas en la cama.
Esta es la mujer mía. No, no hay otra
tan completa cual ella. Es una lástima
que no encuentren ustedes otra igual.
Pueden acariciarla con los ojos.