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Cabina telefónica

Una cabina telefónica es una pequeña estructura que en su interior contiene un teléfono público. El diseño más conocido de las cabinas telefónicas son las rojas usadas en varias ciudades del mundo. Están hechas para que el usuario de estas no se moje cuando hay lluvia y también para respetar la privacidad de quien las usa. Son frecuentemente vandalizadas ya que se encuentran principalmente en lugares públicos.

Las cabinas públicas se encuentran en vías de desaparición por falta de rentabilidad a pesar de estar consideradas servicio universal en Derecho europeo.

España

En España, se pueden utilizar las cabinas de Telefónica para recargar el saldo de las tarjetas prepago de telefonía móvil. Para ello, hay que marcar *03, luego colgar, marcar el código del operador, introducir las monedas, el número de teléfono y pulsar OK.

No obstante, está previsto acabar con las más de 15.000 cabinas telefónicas que hay en la actualidad según el anteproyecto de la nueva ley general de telecomunicaciones.​

VoIP en cabinas telefónicas
Un posible servicio que puede ser incorporado a las cabinas telefónicas es la tecnología VoIP.

Telefónica retiró más de 7.500 cabinas en 5 años por su falta de rentabilidad
Las llamadas han caído a la mitad desde 2002 por la competencia del móvil y los locutorios

RAMÓN MUÑOZ
Madrid - 08 ENE 2007 - 00:00 CET

La cabina telefónica está en vías de extinción. Telefónica ha retirado alrededor de 7.500 cabinas (el 11,7%) en cinco años por su falta de rentabilidad. La competencia del teléfono móvil y de los locutorios ha provocado que las llamadas caigan a la mitad desde 2002. Además, el vandalismo y los robos le cuestan a Telefónica 22 millones de euros al año, el 10% de lo que ingresa. Y es que 19.000 de las 55.000 cabinas no cubren ni su mantenimiento. Telefónica, que está obligada a prestar ese servicio, ha pedido al Gobierno que se cree un fondo entre todas las compañías para costear ese déficit.

El actor José Luis López Vázquez lo tendría más difícil si quisiera volver a rodar La cabina, obra maestra de la televisión que contaba la angustiosa aventura de un ciudadano atrapado en un teléfono público. En los nuevos barrios no hay ni una y Telefónica ha retirado más de 7.500 cabinas en los últimos cinco años, por su escasa rentabilidad y por el elevado coste de mantenimiento debido al vandalismo y a los robos.

Así, si en 2001 contaba con 63.508 cabinas en la vía pública, a finales de 2005, el número se había reducido a 56.055, según los últimos datos oficiales de Telefónica Telecomunicaciones Públicas (TTP), filial del grupo que explota este negocio. Durante el pasado año también siguió retirando cabinas, por lo que el número de teléfonos en la vía pública en estos momentos está por debajo de los 55.000, es decir, 8.500 menos que hace seis años.

Dos son las causas para esta retirada. La primera, es que la gente ya no llama desde las cabinas principalmente por la competencia de la telefonía móvil. La extensión del uso de los celulares ha provocado una caída interanual sostenida de la facturación del orden del 15% desde hace ya años. En 2007 se estima que se cursarán la mitad de llamadas y minutos que en 2002. Es decir, que en sólo cinco años, el negocio ha caído a la mitad, según las estimaciones de Telefónica.

La otra gran competencia a la cabina es el locutorio, que ha atraído al público inmigrante. Sólo en 2005, el tráfico telefónico vendido en estos establecimientos ha crecido un 46,3%, con más de 1.200 locutorios y 7.200 líneas contratadas.

Así que la telefonía móvil y el locutorio explican que, pese al incremento de la población en más de cuatro millones de habitantes procedentes de la inmigración, el número de cabinas no pare de bajar. Y es que 19.000 de las 55.000 cabinas (el 34%) que hay en la vía pública son deficitarias, es decir, que con los ingresos no cubren sus costes de mantenimiento.

El otro gran problema es el vandalismo y los robos. Telefónica estima que los hurtos y la reparación de las cabinas le cuesta al año 22 millones de euros, alrededor del 10% de la recaudación que obtiene.

Por eso no es de extrañar que ninguna empresa esté interesada en explotar el negocio de las cabinas, pese a que ese servicio está liberalizado desde 1994. De hecho, otras compañías como Retevisión o Euskaltel, que en su día instalaron cabinas, las han ido retirando.

A Telefónica tampoco le interesa el negocio, pero tiene que prestarlo en virtud de las obligaciones del servicio universal del antiguo monopolio, que garantiza a los ciudadanos unos servicios mínimos de telecomunicaciones, independientemente de cuál sea su lugar de residencia.

En teoría, y según la legislación vigente, ese servicio universal debe ser costeado por todos los operadores a través de un fondo que nunca se ha llegado a constituir. Pero en la práctica, sólo recae sobre Telefónica, que por este concepto le reclama al Estado más de 123 millones de euros en 2005, y más de 2.000 millones desde 1999.

Multas por no dar cambio

Para agravar el problema, el Ministerio de Industria ha comenzado a sancionar a Telefónica porque las cabinas no dan cambio: si uno introduce un euro y la llamada cuesta sólo medio, se quedan con el resto.

La sanción prevista es de 3.000 euros por cada cabina inspeccionada y, por el momento, la operadora ya ha recibido una primera multa de 48.000 euros.

Telefónica defiende que en ningún país del mundo las cabinas devuelven cambio, como si de una máquina expendedora se tratase. La razón que aduce es que es muy difícil mantener un cajetín operativo, dado que las cabinas están en la calle y el volumen de las mismas es enorme, y sometidas en frecuentes ocasiones a actos vandálicos, lo que no haría otra cosa que atraerlos aún más.

La operadora señala además que las cabinas telefónicas de la mayoría de los países del entorno europeo no admiten siquiera el pago de llamadas con moneda. Francia y Bélgica, por ejemplo, sólo admiten el pago con tarjeta.
(16 de Octubre de 2020)