A partir de este momento don Rodrigo renunció a sus pretensiones y admitió los límites y los derechos diocesanos de Cuenca sobre Moya. Y desde entonces Fernando III convierte a Cañete en aldea de Moya en 1231, y le concede los derechos de Portazgo que Alfonso VIII había concedido a Cañete en 1195:..... “Quia vero villa quae dicitur Moya postmodum populata fuit, portaticum quod solebat percipi in Caneto, quae nunc est aldea de Moya, percipiatur in Moya....”... Porque la villa que se dice Moya se pobló ... (ver texto completo)