A estas horas, cuando ya nadie me ve, ando buscando el sueño que me de cinco céntimos de paz, alguna noche está tan escondido que cuando se encuentra ya es madrugada, son en esas horas "muertas", cuando en tu mente se amontonan las palabras que un día escuchaste, esas ideas que nunca pusiste en práctica, aquella... o aquel suceso. Hoy hasta el momento solo pueblo, necesito apartarme unos días de este infierno, necesito no ver ni sentir nada, necesito la soledad del pueblo. La última vez que estuve, hace ya unos cuatro años, recuerdo que en una noche preciosa, charlábamos unos cuantos, sentados en el jardín, bajo palmeras y eucaliptus, dejando sonar ese peculiar ruido de fondo que sus hojas hacían al contacto con el aire. Aquel hombre hablaba para el grupo, pero claramente se refería a mí, cuando decía eso de perder la identidad, hasta tal punto que se atrevió a llamarme forastero, a lo cual le replique que estaba en un error, yo solo me ausenté, pero en mi corazón, siento también el latir de su gente. Pero algo de razón tenía, aunque quizás no lo supo explicar. Todos hemos perdido un poco la identidad, unos por su larga ausencia, y otros por aquí, reciben cada día un buen puñado de turistas que quieren ver estas aguas y pasar unos 15 días de un relax total, cada uno de ellos se lleva en su corazón un "cachino" de pueblo, y a cambio nos dejan un poco de ellos, de su habla, de sus maneras de ser, de su elegancia o de su misma cultura, de esta manera, crecemos en sabiduría, pero perdemos identidad, perdemos nuestro "deje" y sin el, ya nadie diría que se es un extremeño. Por eso, yo cada día lo intento, procuro llamar a las cosas por los nombres que mis padres me enseñaron, y sigo diciendo.... chachooooo, y sigo diciendo modorro, jartá, y empricipiante, para mí, la "bicha lo es todo, dame la bicha, cuando pido la navaja, o.. acércame ese bicho, cuando solo pido que me acerque ese cubo, esas cosas y tantas otras que te mantienen extremeño. Hecho mucho de menos, el cantar de los gallos cuando tocan las seis, hecho mucho de menos la voz chillona de Marcela, que con su carretilla, va vendiendo la fruta fresca, recién cogida....! venga, mujeres, que traigo tomatessssssss! espinacas, romazas, cardillos y berenjenas! son cosas de mi pueblo.