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Solidaridad
saludos des de gijon yo soy de la coronada badajoz pero vivo en gijon hace ya 35 años pero yo añoro mucho mi tierra, bueno el motivo de entrar en buestro foro, es q anoche ae la plaza mayor de gijon, actuaron el coro de alconchel, q bien lo hicero y ami me supo a poco esas jotas y fandangos q alegria y la plaza se benia abajo de aplasos, seguir asi yo canto en un coro rociero, muchas gracias asta siempre puri gijon
Para que me lean unos cuántos compañeros, antiguos condiscípulos, mis más allegados y para D. Pedro González Candanero. Pbro. El Superior más querido, el que me enseñó a sentir, a vivir en mis letras, reservo las mejores de éstas páginas:

La Sra. Fermina está en la única habitación de la barraca, compungida y llorosa hace maquinalmente la maleta para su hijo Justo que se marcha mañana al seminario.
¬ ¡Jesús María y José!
¬ ¿Qué? Le responde su hermano que está sentado en su pequeña mesita, en un rincón del comedor.
¬Que no es a ti ¡Si no voy ni a poder ni rezar! He dicho Jesús María y...
¬José: Te he oído. -Insiste José.

El Sr. Manolo intenta concentrarse en la lectura del periódico, pero un aire de pesar le aflora a los ojos, cuando mira a su mujer que entra y sale de la habitación sin ton ni son...
¬Ni me mires, ¿Eh? Que el niño, si se va, es por tu culpa ¡ea!
¬Pero mujer, si es por su bien. Va a poder estudiar una carrera que yo, no hubiera podido ni por soñación...
¬ ¡Pagarle! Ya lo sé. Y por eso le dejas que se vaya y se meta a cura. Tú. El ateo ¡rojillo, malo! Tú, no has querido hijos: ¿Qué te importa a ti, mi sufrimiento?
¬Bueno, hermana: Tranquilízate. No se va a la Conchinchina... Se va a Tiana, ahí al lado...
¬Tú no te metas en lo que no te importa, Joselito, tú no defiendas a tu cuñado. Si él no le hubiera metido más ganas, se le habría pasado esa Quijotada como las otras, y ahora no estaría yo haciéndole la maleta a éste pobrecito inocente hijo mío que no sabe lo que hace: irse a un seminario, donde le van a afeitar el cogote, donde le saldrán callos en las rodillas de tanto rezar y Dios sabe qué otras judiquerías que le harán, sin que su madre pueda defenderlo. Y lo peor es que esos curas se lo llevarán y quién sabe si voy a volver a verlo...
¬ ¡Oye! ¡Oye! – se queja el señor Manuel - Que yo lo único que le dije fue: “ Si tú quieres irte al Seminario, por mí no hay inconveniente”... Pero la idea fué de él... Habría que haber pensado antes, en no dejarlo ir a aquellos ejercicios espirituales con los catequistas...

En un rincón de la mesa camilla, con la cabeza en las nubes, y los pies en el barrote de la silla, Justo, está pensando en el día de mañana. Se levantará, se vestirá con las ropas nuevas que su madre le ha comprado con el dinero que los catequistas le dieron, cogerá la maleta de madera que su madre está ahora llenando de cosas, y se marchará camino de la Conrería. Una nueva vida se le va a abrir mañana. Estudiará para ser sacerdote; él, el vendo de la familia, el granuja rompe cristales. Va a intentar ser bueno, amigo del Señor, Y ¿por qué no? Va a intentar llegar a ser Papa.

La Sra. Fermina no consigue llenar aquella enorme maleta: Las prendas del niño no son tantas; en un papel de estraza le lía un chorizo del pueblo y en una bolsita de papel le mete un puñado de caramelos.

¬-También te he metido unos higos pajareros de los que te gustan. No creo que te falte comida allí, pero todas estos presentes te los pongo, para que te acuerdes de nosotros...

La congoja de la madre se contagia a los presentes. Manolo el hermano mayor, sale chasqueando la lengua, con los hombros caídos, como si se le fuera a hundir encima El techo de la casa:

¬Bueno yo me voy a ver a la Chón... Ya me despediré del curita mañana.
¬ ¡Joye, Joye! Comentó el tío Antonio, ¡si ahora resulta que lo vamos todos a echar de menos al granuja éste!

¬Córtate un dedo de la mano, Antonio...
¬ ¿Y para qué voy a hacer eso?
¬Tú té cortas el que menos falta te haga... Y a ver si no lo echas de menos.
¬-Como dice el refrán: ¡Cada listillo tiene su librillo! Fermina.
.
El quinqué se bambolea en su clavo de la viga central del comedor. El Sr. Manuel ha llegado a un acuerdo con José su cuñado respecto a este utensilio: Como José dice que él, no paga la luz porque no está en su lado del comedor, y que si le alumbra de lejos, es por que “es de cajón” infeliz expresión con la que da a entender que la luz le llega de rebote, decide ponerla a equidistancia de las dos mesas, con lo cuál puedo cobrarle la mitad del consumo de carburo a su más que él, tacaño cuñado. Ahora sufre de las consecuencias de este exagerado interés: Sesguea la hoja del periódico, intentando ver la letra menuda, con sus gafas de miope en la punta de la nariz.

Justo en su fuero interno, está más que colmado de tantas atenciones. No andaba lejos de pensar que está haciendo un buen negocio con irse de la barraca. Pero un gusanillo de inquietud, le roe la conciencia, al ver a su madre tan empecinada en decir y repetir que no es cosa buena eso de irse de cura.

Impaciente por acostarse, el tío Antonio reclama su sitio en el banco que le sirve de cama, pero como nadie hace ademán de irse a dormir, opta por acurrucarse junto a su sobrino no sin antes soltar una de sus socarronerías:

¬ ¡Bueno! Dice: Me voy a poner aquí, al lado del Santito éste, a ver si se me pega su repentina santidad. Y esconde la cabeza entre su brazo y la gorrilla de visera que usa. “ ¡Vaya pava!” Tiene aún la fuerza de decir por entre el tapete de la mesa y su brazo protector.

Poco a poco, la vida de la barraca se va apagando: Los que no duermen en el cuarto, cabecean en la mesa camilla, el Señor Manuel ha terminado de leer el periódico, y apura el crucigrama fuerza cuatro que viene en la última página. Y mirando por encima de las gafas hacia la cocinilla, donde Fermina sigue dando suspiros, aviva con una sacudida enérgica la luz del carburo que, mortecina, intenta aclarar su llama a través de la escoria.

¬Venga Fermina, dice con voz opaca, déjalo ya y vayámonos a dormir, que este alma en pena de mi hermano, quiere ya su banco...

Sale Fermina de la cocina secándose los ojos, al tiempo que un plato se hacía añicos en los ladrillos del suelo que ni se volvió a mirar,

¬ ¡Fú! –Se aspavienta el Señor Manuel - Saca sus entumecidas piernas de debajo de la mesa y rengueando sé va para la habitación detrás de su mujer.
¬Buenas noches hermano, le dijo a Antonio desde el umbral.
¬Con Dios hermano.
¬-Con Dios cuñada... ... (ver texto completo)
Y con la pregunta y el tirón le saca la muela de cuajo y termina de desencajarle la quijada. No le ha hecho sentarse, no ha encendido la luz de la sombría habitación - despacho de librero, antesala del Rastro.
¬ Ya está, mozuelo engañoso. ¿Le ha dolido?
¬ Francamente poco; y ya se me pasó. ¿Qué le debo, señor excelente sacamuelas?
¬ Nada hombre. ¿Qué cobraría un dentista de tu Francia de origen, por dos minutos de trabajo?
¬ ¡Uy! Mucho más que eso. Dígame que le ¿pague? ¿Y qué me manda para ... (ver texto completo)
El viaje es largo. No todas las carreteras son como la de la Coruña. En el interior de coche, el tiempo se organiza. Justo se hace encender por su Mujer el tercer o cuarto cigarrillo y en compañía de su cuñado, apestan a los otros. A Joaquín, esto de los viajes, le interpela: Sus abotagadas meninges, se ponen a desvarío en rasgo tenso:
¬ ¡Hay que jodese! ¡Lo que es la vida esta! Ayer en Fransia, hoy en Madrí, y mañana, ¿quién puede desir, si en Martos u en otro sitio?
¬ Pues, ¿Qué encuentras de ... (ver texto completo)
Cap. 15 – Viaje a Martos a casar a Joaquín.
2002 noviembre o diciembre - Extraído del C. Deyes – Día a día.
Está molido. Hace ya por lo menos seis meses, que no hace nada del oficio y ahora, la percha, el rodillo, el continuo braceo lo resiente, como cuando se empieza a producir un callo. Está desenado que termine esta semana, en la cual, se comprometió a ayudar a su hijo. Es sorprendente, la falta de interés que le sumerge, por estas actividades que Hace solamente pocos meses, eran la razón principal, de su día. El trabajo que están haciendo, es repetitivo, monótono; le deja tiempo para ir pensando en sus cosas. Juanito y los otros – el lampista, Petrick Jalud que le está poniendo un parqué – Bromean en la pieza contigua. JP, se ha apartado, se ha colocado el casco de su radio portátil, y se desentiende de ellos, encerrado en su ligera depresión.
Debe ser este cambio radical de su activad, que lo tiene desajustado. Además, a pesar de los intentos de comunicar con su hijo, de participar e intervenir en sus problemas familiares, Juanito no responde. Él sí que está deprimido. Él sufre y su padre no sabe cómo ayudarle.
Estos inicios abortados de la vida independiente de su hijo, rebotan en él y agravan el silencio que entre los dos persiste.
Está deseando que termine la semana. Esta tarde, irá con sus hijas, no cree que su mujer quiera venir también, a escogerse un traje. Tiene ganas de cambiarse el vestuario, como si quisiera sacarse el pellejo viejo y ponerse uno nuevo más acorde con su actual estatuto de jubilado. Trajes y vestimentas no le faltan en sus tres armarios y sus cuatro cajones de cómoda: Carmen se ha aplicado a llenárselos con lo que le compra. Hasta ahora, Justo se ha conformado con esos trapajos, pantolonejos, chaquetuchas y demás. Ahora se escogerá él algo a su gusto, que acabará, seguro, en uno de los roperos, arrinconado, olvidado, porque Al cabo a él, lo que le va, es un pantalón vaquero, un chándal y unas bambas cómodas.
Está entretenido con estos pensamientos, y se da a él mismo la razón, cuando piensa que nunca escoge lo que le gusta, que ese traje que proyecta comprase, acabará por ir a parar junto a la ropa que no usa.
Ayer, cuando Carmen le reprochaba su atuendo de portugués, le dijo:
¬ Es verdad. Estoy siempre hecho un desarrapado, siempre en vaqueros, y si puede ser el mismo y más viejo, que espero que me laves para volverme a poner. ¿No dijo tu hija Mari que el marido de Rut, conocía un grosista que le hace el precio al mayor?
¬ Sí. Puedes ir con ella esta tarde, cuando sueltes de con tu hijo, y te escoges algo que te guste, y que te vayas a poner. Tienes el armario lleno de trajes Pierre Cardín, Hugo Boss,
¬ Ya lo sé. Están nuevos, y ya me están un poco estrechos, y las mangas…
¬Tienes el traje Pierre Cardín, Hugo Boss, Yves san Laurent, que ya no te pones y que podrías usar a diario, en vez de tu sempiterno vaquero manchado de pintura ¿No?
¬ Tienes razón: Voy a trajearme ahora de rentero. Corbata y bombín.
¬ No te pido yo tanto. Con que por las tardes cojas un pantalón fino, y una chaqueta, me conformaría. Pero bueno: Ya vigilaré yo, cuando merques ese traje, a ver si lo usas o no. Por lo menos para las bodas y los entierros.
Al cabo, estos pensamientos le tienen tan distraído, que cuando le llega la voz de Patrick, que le está diciendo a su cuñado Juanito: “Tu padre no está aquí… Tu padre se está encerando en sí mismo y no participa” Lo releva, pero no reacciona.
¬ Papá. ¡Papá! Que ya hemos terminado. Para esa radio, y venga que nos vamos. ¿Estás enfadado con nosotros? ¿No? Pues lo parece. No has dicho una sola palabra esta tarde.
¬ Estaba pensando, hijo.
¬ ¿En qué tan importante?
¬ Estaba pensando que tenía que pensar…
El apartamento que estamos preparando entre los dos cuñados y un poco mi ayuda, está en el cogollo del distrito cuarto de Lyon. En la calle Pelletier. Domina por su posición todos los otros edificios que se le interponen a la ciudad gala. Encima de ésta, se amontonan nubes grisáceas, en borbotones como cucuruchos de helados italianos. Va a nevar, seguro; si no esta tarde, por la noche o mañana… Seguro.
1975? – Diario de L Pp. – Sin fecha precisa:
Estamos cargando maletas – ellos, yo sigo aquí en la terraza de la casa de Purita, tomando el sol – para el inminente viaje a Martos. Si yo no participo en los preparativos, es porque mi acometida es llevarlos a todos con el coche hasta el destino. Carmen me ha dicho:
¬ Tú descansa. Relájate, que luego, son muchas horas de conducir y te puedes cansar. Ya cargaremos nosotros el coche.
¬ No os cabrá todo en el portaequipaje.
¬ Bueno. No te pienses que sólo tú, sabe recalcar cosas en un coche.
Es lo del cuento aquel del tío que saca una enorme bola del hoyo, y cuando la tiene afuera, vuelve a caer dentro. JP, sabe que luego él, tendrá que sacar todo de nuevo del cofre y colocarlo tan ajustado que ni una mosca podrá ubicarse en un hipotético hueco. Sabe que Carmen le meterá cosas en el habitáculo, en la playa trasera, impidiendo visón por el retrovisor, una cesta entre las piernas, chaquetas en los asientos…
Pero por lo pronto, aprovecha esta orden de reposo, y apunta en su libreta, lo que se le va ocurriendo, entre los momentos de lucidez y los espasmos de sueño. Las abejas liban las últimas flores de la higuera, que echa la segunda tanda de higos blancos, unos pajarracos, grajos o cogutas, no sabe, se desgañitan con sus graznidos estridentes en el terreno de por encima de la piscina: Tiene que haber un nido, o algo de comer por allí que tanto vienen a pesar de la presencia de la familia. No le molestan, pero lo distraen. ¿Qué estaba anotando?
“LPP. Conquerant 7:
“El follón que me han liado entre las hermanas y él (Joaquín): Que si yo voy con mi marido en el coche de Justo, que el que va en el coche de Justo soy yo (Joaquín), que si cabemos cuatro, dos delante cuatro detrás…” Nadie cuenta conmigo, a saber si tengo alguna preferencia en llevar uno u otro. Yo aquí, soy el chofer y nada más. Al reclamo, aparece Rafael, que propone otra solución:

¬ Si os parece, yo puedo llevar en mi 850, cinco viajeros; por ejemplo, Paco María y Joaquín, detrás, y,
¬ Que ya he dicho que del Simca no me muevo, ¡coño! – Protesta Jakí.
¬ ¡Hombre! Lo dije, porque todos no vais a poder ir con Justo. No os vais a amontonar como sardinas, Habiendo como hay otros vehículos a disposición.
¬ Qué se vayan contigo, la Milagritos y Paco María. Yo he venido de Francia con este coche, y con este coche voy a Martos y con este coche, me voy a pasear con mi futura, por la plaza del ayuntamiento. Así que esto hay.
Justo que les oye, se levanta sobre un codo, y lanza:
¬ A ver cuando me compráis la gorra de chofer, dueños del coche.
Las abejas, se han cansado de libar las rasposas flores de la higuera, y empiezan a zumbar alrededor del que intenta escribir, probablemente atraídas por el sudor, que debe de ser dulzón, y que le gotea de la frente a los ojos. Los acomodadores le dicen algo desde la terraza baja, pero Justo ya está en otro capítulo y no les oye. La capuzada en la piscina lo limpia de fluidos y le despeja la modorra.
Camino de santa Elena.
¬ Después de sacar todos los bultos y del capó y del habitáculo, Justo vuelve a colocarlos todos, en el porta equipaje, bien arrimados. La familia se impacienta; el portalón está ya abierto, Rafael con su fratría en el 850, va a dirigir el viaje poniéndose en cabeza. Francisco y Ángeles, le siguen con algunos sobrinos y Justo cerrará la marcha de manera a recoger a los que se caigan de los otros dos coches.
Da gusto viajar tempranito, con el sol húmedo del rocío, y el cielo limpio de nubes. Y para empezar la carretera, casi recta, de la Coruña. Luego empezarán a percibir los olores del sur: Azahar al pasar por las huertas de Murcia y Alicante, de limones, de olivos; y si te paras por desentumecer las piernas, Hasta las chicharras oyes enlitrar. ... (ver texto completo)
La casa: Cosas de Carmen y Justo
Muy temprano, Carmen se zafa de los brazos de Justo, y sale de la cama. Como siempre, Justo le susurra:
¬ ¿Adónde vas?
¬ Al baño.
¬Pero es muy pronto... No te bajes ya a la cocina, espera un poco. Carmen vuelve a meterse entre las mantas, y él le obliga a darse La vuelta.
¬ ¡Brrr! Están los coches blancos de escarcha, dice mientras se cubre hasta la barbilla.
¬Acurrúcate y da una cabezadita, hay tiempo.
¬Es que viene Mary a por los pollos que le compré para ... (ver texto completo)
Conversaciones y sucesos en la casa de Purita de las Cabezuelas: Guadarrama.

Conversaciones y sucesos en la casa de Purita de las Cabezuelas: Guadarrama.
Las cualidades de Purita según su madre y ella misma.
¬ Purita: Hay que ver la voz de clarinete, que tienes – Comenta Justo – ¡Si gritas, se te mete por una oreja, y te sale por otra como virutas de acero!
¬ No lo sabe tú bien, niño. El otro día fui al médico, y me dijo lo mijmo:
“¬ Tiene usted, una vó, privijiliá. Hay que vé, qué clara ... (ver texto completo)
Justo Panduro ha escrito casi toda la historia de sus antepasados en el Foro ciudad. com. Pwero disgustado con los censores, que le han bloqueado un capítulo y medio de la Cuarta época de los Panduros de Alconchel, y no le han dado razón de por qué, lo ha borrado todo y se ha venido a este otro foro. Ha estado curioseando en él, y ha encontrado algunos amigos que se hizo en el anterior.
Ha dado un salto en el tiempo: Fermina ha muerto, Manuel Panduro también, Los tíos, Pequeños y Panduros han pasado ... (ver texto completo)
Hola amigos y paisanos. Ya habréis visto que al marcar mi nombre, mde tragué la Jota. Como sea en el pueblo no se pronuncian o lo hacemos expirándolas. Como decía Chamizo: "Porque semos asina, semos pardos del coló de la tierra; y decimos J (h) acha, jigo jiguera" Continúo pues, una vez aclarado el misterio de mi nombre, con "Las poesías de Fermina (Hernández Sánchez - de los Pequeños de la c/ Nueva)
¬ Sí. Domingo, Pero ese contable, amigo tuyo, no puede compararse con un hijo, que ya ha discutido ... (ver texto completo)
Justo Panduro ha escrito casi toda la historia de sus antepasados en el Foro ciudad. com. Pwero disgustado con los censores, que le han bloqueado un capítulo y medio de la Cuarta época de los Panduros de Alconchel, y no le han dado razón de por qué, lo ha borrado todo y se ha venido a este otro foro. Ha estado curioseando en él, y ha encontrado algunos amigos que se hizo en el anterior.
Ha dado un salto en el tiempo: Fermina ha muerto, Manuel Panduro también, Los tíos, Pequeños y Panduros han pasado ... (ver texto completo)
Que poca gente se mete en el foro alconchelero, venga haber si hay alguién conocido, que no se diga con la gente tan cachonda que hay en el pueblo...
Yo tambien me acuerdo mucho de Alconchel y de personas que especialmente no olvidare por hacer mi infancia y mi adolescencia mucho mas feliz. Que bueno era todo entonces cuando mi tio Mauri tomaba las cañitas en el bar de Poli y yo estaba con Eva, Victor y Quico en la piscina... UN ABRAZO A TODOS, INCLUSO A QUIENES YA NO ESTAN.
Hay pocas Celias en Alconchel pero quién no se conoce en este pueblo y mi abuela es muy conocida...
Soy extremeña pero vivo en los bilbos y me acuerdo mucho de esos veranos tanto con mis amigos alconcheleros como los veraneantes eso si que era disfrutar, me acuerdo de mucha gente pronto iré a visitar a mi abuela.
hola atodos llo tanvien soy de alconchel
de quien quieres saber haber si te puedo ayudar
hola atodos llo tanvien soy de alconchel