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ALCONCHEL: La casa: Cosas de Carmen y Justo...

La casa: Cosas de Carmen y Justo
Muy temprano, Carmen se zafa de los brazos de Justo, y sale de la cama. Como siempre, Justo le susurra:
¬ ¿Adónde vas?
¬ Al baño.
¬Pero es muy pronto... No te bajes ya a la cocina, espera un poco. Carmen vuelve a meterse entre las mantas, y él le obliga a darse La vuelta.
¬ ¡Brrr! Están los coches blancos de escarcha, dice mientras se cubre hasta la barbilla.
¬Acurrúcate y da una cabezadita, hay tiempo.
¬Es que viene Mary a por los pollos que le compré para el chiringuito... No va a tardar. Y no tengo café hecho, así que me voy a ir.
¬ Mujer, un ratito más...
Desde hace un tiempo, se tiene que forzar para levantarse. De buena gana seguiría acostado, los ojos cerrados, sin pensar o pensando lo menos posible... Desde que se jubiló, acostumbra a levantarse bajar a tomar el café, un cuaderno y un lápiz, y vuelve a la cama, donde escribe un rato... Pero ahora se siente cansado, Lleva desde las navidades con mal cuerpo. No comió nada de lo que le hizo Carmen para esas fiestas. Tenía ansias y hasta el olor de la comida le hacía huir. No se repone. Ahora con la gripe pegajosa de la que no logra deshacerse. No tiene ganas de nada; ni de volverse hacia su mujer y arriesgarse a hacerle una caricia. No le apetece, le duele la cabeza, no como antes de dejar de fumar, aquellas migrañas que le daban el día, pero ese dolor en las sienes, latente, lancinante, y la rigidez del cuello le preocupan.
¬"Voy a tener que ir al médico... ¿Y qué sabe mejor que yo, el medico, de lo que me pasa? Le voy a tener que contar a un tío, que igual tiene los mismos problemas que yo, o peores, ¿Qué no se me pasa esta leche de gripe? La pastilla que el tontaina del último médico que me visito, me recetó para la inflamación de la próstata me produce nauseas... E igual es a causa de eso que el estómago me duele un poco. En la noticia reseña del medicamento lo dice: Puede provocar... Siente que se está quedando dormido... Procura no moverse, cosa arto difícil, evitando así que Carmen se despierte dé un salto y baje a preparar el café. Pero Carmen se levanta y comenta:
 He oído un coche pararse en la puerta
 ¡Que no, mujer!
 ¡Anda que no! Ahí tienes a tu hija esperando en la puerta.
(Baja las escaleras y va a abrirle.) Justo se enrosca en el sitio que guarda el calor de ella e intenta dormir, unos minutos, hasta que oiga el motor del microondas, cuando Carmen meta el café alargado con agua, como a él le gusta. Si no hay café del día anterior, puede quedarse un rato más, hasta que el gorgoteo de la cafetera le avise...
Pero ya no se puede quedar dormido, oye a su hija Mary Carmen que entra, el ruido del saco de papel donde lleva el pan para los bocadillos, al dejarlo en la entrada, su madre que le dice:
 “... Cortado... pollos en... partes...”
 Y la hija que le contesta:
... ¡Hacerlo nosotros!... ¿Por qué? (Tomarse ese)... Trabajo?
 Es lunes; el domingo Carmen y Justo fueron a buscar esos pollos al mercado de Gran Clemente. El asador de pollos les hace un precio, para que las chicas se ganen algo. Ellas los sirven con guarnición de patatas fritas o cebolla con tomate, y los clientes camioneros parecen apreciar esas comidas. Justo oye entre otros ruidos de cacerolas y cubiertos contra la pila de la cocina, a Carmen que le dice a su hija:
"Con el precio de uno... en cuatro, pagáis los otros tres y... ganáis... francos por ración. Estamos en vísperas de cambiar los francos por euros, parece increíble que de un día para otro, podamos pasarnos de los francos... Veremos.

Lionel el panadero vecino, les hace unas barras especiales, que ellas transforman en unos bocadillos grandiosos. Ellas, es decir, Mary y Amparo, trabajan juntas en el chiringuito, allá en el puerto Eduardo Herriot. Se han hecho una clientela con los camioneros que vienen a los depósitos a cargar gasolina, o algún contenedor. Los camioneros que van a comer al chiringuito, se lo dicen a los que cruzan en los "Relais Routiers", y los otros, cuando pasan cerca de Lyon, se alargan hasta el puerto y piden los "mega bocatas" de la casa.
Justo abandona la miscelánea digresión, y haciendo un esfuerzo, se sienta en el borde de la cama.
 ¡Re-dios! ¡Me duele todo el cuerpo! Y encima estoy mareado - Se pone el pantalón de cualquier vestimenta de deporte y baja renegando -... Piernas como de algodón... Empapado de sudor... ¡Pesadillas... sueño! No soporta estar enfermo. A medio camino en las escaleras, vuelve a subir en busca de las gafas:
" ¡Merde" ahora se me olvidan las gafas! ¡Pues bueno estoy para andar subiendo y bajando!
Entra en el despacho, donde encima de la mesa, suele dejarlas. El radiador está casi siempre cerrado. ¡Total, para lo que él va al despacho!
 ¡Brrr! ¡Esto es la Siberia! Como piensa arreglar hoy algunos papeles, lo abre y pone la mano sobre los elementos: Casi al momento, la circulación restablecida del agua caliente, irradia en la mano. Se pone las gafas y mira el montón de papelotes:
Facturas, recibos de alquiler, y mecánicamente se pone a ordenarlos. De encima de la mesa los va pasando al clasificador, pero sin orden, distraído. No le apetece. No puede con tanto papel. Los empuja hacia el fondo con aire de disgusto...
 ¡El café! - Le grita Carmen desde el hueco de la escalera.