Total totana mozuela, que los vividores de siempre aprovechando el remolino que está generando el miedo, vuelven a salir por sus fueros. Nos dicen con una desfachatez que si no los conociéramos ya asustaría al más pintado que: “ en interés de la defensa general, hay que reducir las indemnizaciones por despidos”. Que así, “ se reduce la temporalidad y se crea más empleo”. O sea, como siempre, falta de rigor y de escrúpulos. Fariseismo.
A estos pencos que ahora gritan desaforadamente que son los pobretones quienes, todos a una están obligados a salvar la economía, su economía, habría que recordarles que, esa fórmula, ya la ¿vivimos? en el almendral sin almendros, cuando el manijero del terrateniente iba a la plaza Chica y, de acuerdo con sus fobias o filias, elegía a unos cuantos seres humanos con la gorra en la mano, para trabajar de sol a sol y a tanto la jornada.
Cualquier tontucio como ya sabe, que lo que ahoga la economía, es la indigestión provocada por la avaricia desbocada de las empresas y de una banca nutrida de depredadores, vendedores de humo, que al final ha terminado por ahogar a los empresarios honrados y ha hecho caer el consumo familiar. Por eso, toda medida encaminada a apretar el cinturón de los trabajadores, no es más que una barbaridad social, además de hacer pagar la crisis a quienes no son culpables, sino víctimas.
Esa cultura empresarial que basa su competitividad en la precariedad, que no valoran adecuadamente la formación y la implicación de sus trabajadores, para mi moza recia, que no son dignas de llamarse así, sino bucaneros con bandera de conveniencia, piratas con espíritu de piraña. Oportunistas vampiros sociales cuyo destino final no debería ser una casa dorada en cualquier paraíso fiscal, sino una confortable habitación de dos metros por dos, en un hotel de máxima seguridad.
Ahora, el Estado, los Estados, o quienes los componen, emulan a Curro Jimenez, Luis Pernales, el Candelas o la Lola de España y nos dicen, que esto sólo lo pueden salvar los contribuyentes, ahí, con dos cohones, sacando el dinero de los bolsillos de los pobres para que los de siempre, puedan sacar pecho otra vez y decir que este año han ganado no sé cuantos miles de millones.
Viva la Pepa mocita.
Salud.
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