Pronto hará un siglo pues ya estamos en el año doce del siglo veintiuno y la cosa pasó tal día como hoy del año treinta y séis del siglo pasado.
En casi cien años han pasado muchas cosas y, algo pero no mucho, hemos evolucionado aunque, como veis cada día; las mismas fuerzas políticas y grupos de presión que en aquellos tiempos aciagos nos arrastraban a todos, ellos incluidos, aunque como ahora se negaban a ver lo que era evidente, hacia lo más sombrío de nuestro más criminal pasado.
Creo, que este año doce de este siglo nuevo, se están sentando firmemente las bases para iniciar un retroceso social y económico no sólo en las Españas nuestras sino en todos los demás países de las Europas pues, como se puede ver y sin necesidad de gafas en tres o cuatro dimensiones, esas fuerzas a las que me refiero en el párrafo anterior han llegado hasta este catorce de abril rejuvenecidas, fuertemente cohesionadas y con todos los resortes del poder a su entera disposición mientras que, aquellos esperanzadores brotes de civilización y renovación de los conceptos de Humanidad que surgieron durante la primera mitad del XIX y se extendieron más allá y hasta bien entrado el XX, han ido perdiendo terreno a toda velocidad a medida las dichas fuerzas se iban recuperando del choque traumático que representaron los fracasos de las dos guerras mundiales y que acabó con las orgías de sangre y fuego de Hiroshima y Nagasaki.
En nuestro País séis años antes aunque, desgraciadamente, ha dejado más secuelas en la población corriente y moliente y en los llamados altos estamentos y, aún hoy, vemos espectáculos tan bochornosos como los que se están viviendo en lo más alto de uno de los cuatro poderes del Estado mientras que, el Ejecutivo insta con denuedo al Legislativo, para que haga leyes cada más restrictivas de los derechos y de las libertades de los administrados y, por otro lado y con su mano derecha, impulsa y obtiene leyes en las que se conceden optimas oportunidades para que bribones de guante blanco, legalicen tranquilamente todos los beneficios que hayan obtenido con sus mútiples trapacerías y chanchullos. Como diciendo: aquí paz y después gloria porque entre nosotros no nos vamos a morder.
Pero es que, además, esa norma que va a servir de marco de ahora en adelante para regular y hacer recular a tiempos anteriores al franquismo, las relaciones entre asalariados y patronos o contratantes, a poco que uno se fije, enseguida se dará cuenta que es un contrato leonino en el que, una sola de las partes, tiene todos los derechos y ni una sola obligación y en el que nada más que falta un epígrafe que diga que: el patrón o contratante, tiene derecho a hacer cuando quiera, como quiera y donde quiera con el contratado ese acto sexual que se conoce popularmente con el calificativo de“amor griego” en cualquiera de sus versiones.
Por todo esto que estamos viviendo y sufriendo, creo que no es día hoy como para celebrar aquél feliz acontecimiento que fue el advenimiento de la Segunda y que desgraciadamente acabó con un baño de sangre, la mayoría de sangre obrera y que duró cuatro décadas pero, que ahora mismo, tengo la sensación desagradable de que se están poniendo todos los aditamentos necesarios, para que se fragüen de nuevo todas las circunstancias y motivos que dieron lugar aquella aberración.
Salud y República
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