El laberinto español
PARA PIRI POR SI LE INTERESA EL CONTENIDO. Con todo el afecto de la puttta de la Salud esa..........., y, para los expedicionarios extremeñucos.
No sé bien, si el sitio donde vivo me eligió a mi o lo elegí yo a el o aterricé en el mismo por casualidad pero, si sé que es un sitio tan bueno como otro cualquiera o mejor si me apuran, para vivir y para llegar hasta el cortijo de las suaves malvas blancas que antes o después todos hemos de abonar aunque nos disguste el trance y, ayer, domingo día tres de junio, en un magnífico parque de ese pueblo situado en un delta y cerca de la desembocadura de un río que, a lo largo de los siglos ha ido modificando el terreno por el que discurría, unas vece manso y otras impetuoso pero siempre con ese color terroso en sus aguas impregnadas por la fusión de las miles de tonalidades recogidas de los lugares que atraviesa desde que ve la luz en la alta montaña y hasta su llegada, ya relajado, a la Mare Nostra, tuve la oportunidad de mezclarme en un batiburrillo de gente dispar llegadas a el desde todas partes de las Españas y del resto del mundo antes y después que yo. Como si de un gran crisol se tratara.
Ya digo, había de todo, como en botica, mayores muy mayores de rostros cetrinos y osamentas revestidas de carnes tan curtidas y tan hechas al paso por ellas de los años, que, uno al hablar con ellos o con sólo estar a su lado oyendo lo que decían, tenía la sensación que los había estando oyendo toda la vida. También los había orondos, de rostros coloradotes y satisfecha sonrisa de estómagos carentes de la acuciante necesidad. Colores de ojos, tipos, acentos y pelajes tan variados como diverso era el uso que en ese momento se le estaba dando al parque pues, era el final de una bicicletada en la que habían participado desde niños y niños de corta edad, hasta señoritas y señoritos de ochenta y pocos pasando por todas la demás edades y que había tenido su salida unas horas antes de otro lugar no muy lejano además, de punto de encuentro de jóvenes, hombres, mujeres, sexo intermedio y otros especímenes que, celebraban una fiesta de confraternidad y exaltación de ellos mismos y simpatizantes como grupo afín en sus ideas y principios políticos. Por lo que era natural que sus diferentes líderes les arengaran exhortándolos a seguir firmes al píe del cañón para, a continuación, zamparse entre todos una deliciosa paella hecha con mucho amor y pala en mano por unos sufridos cocineros improvisados con menos experiencia que ganas de que supiera a manjar aliñado con el néctar de los dioses pero, no acababa ahí la cosa pues, muchos de los extremeños que viven y trabajan o trabajaron en la comunidad donde está ese el meu lloc al mon que decía antes, también habían acordado juntarse en buena armonía (cosa rara) para, entre jotas y música con acentos de los lugares de procedencia de las diferentes agrupaciones y olor a guisos de carnes en calderetas que, igual que las músicas, tenían diferentes olores y sabores, según quién fuera el maestrillo que manipulaba los cacharros, la materia prima con sus condimentos y las trébedes.
El sitio es grande, con muchos árboles vigorosos ya en todo su esplendido verdor así, que había sitio para todos y aún sobraba, por lo que se podía pasar de un ambiente al otro sin entorpecerse mutuamente. Por eso, a mi, inquieto culino de mal asiento, me brindó la oportunidad de revolverme un rato con cada uno mi corazón partío y, de paso, agarrar una media cogorza a la que mi santa compaña, no sé el porqué de la excepción, casi que no le objetó ningún defecto.
Los yayos, avis o agüeletes allí presentes, dejábamos la flauta a un lado a ratos, para dedicarnos a poner a parir a los gobernantes de turno que nos quieren amargar a sabiendas y por precio recompensa o promesa, las cuatro lunas que aún nos quedan y, cómo no, ni que decir tiene que a la señora mamá de muchos de estos ganapanes, les tuvo que sonar mucho el oído.
La tarde antes, o sea, el sábado, un paisanino nuestro de Almendral y otro de Malpartida de Cáceres, en singular Maratón de anada y tornada en la que se han echado como el que no quiere la cosa dos mil kilómetros a los lomos en dos días, participaron en el acto de apertura del jolgorio disertaron sobre asuntos de la tierra nuestra que, como cosa más seria y aparte de honrarnos con su presencia, nos hizo recordar ciertos defecto cuyos habitantes pobretones siempre hemos padecido y quizá, causa por la que los extremeños desatendidos de Fortuna, tenemos la tendencia a poner leguas de por medio entre el sitio en que nacemos y el lugar donde acabamos echando raíces y morimos y que, quizá, explique el porqué esos paisanos de un pueblo de los nuestros, prefieren festejos taurinos antes que trabajo, dando así la razón a los suecos o alemanes o de donde sean, que dicen que lo que mejor sabemos hacer, son fiestas y vinos, sin pararse a pensar, que se lo están diciendo a unos extremeños que, si algo sí saben hacer bien, es trabajar de “valent” estén donde estén y demostrado.
Salud.
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