Déjanos ya, señorito,
amigo de ese caudillo, que hoy gobierna
España, que sembremos la cosecha, que hay muchos padres y hermanos debajo de esa tierra, gente que un día dejaron sus
casas, para morir por una idea, para morir por una causa, para morir sin saber por qué lo mataban.
Déjanos ya, señorito, que trabajemos con nuestras manos, esa tierra bendita, que se abonó con la sangre generosa, de muchas almas humanas, para que algún día, podamos recogerla en panes, y presida nuestras mesas, para brindar
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