Oye mocita, ¿tú conoces algún niño que sea malo?
Yo tampoco, ni uno siquiera. Además creo que nunca ha nacido un niño malo, porque no, porque no puede ser, las personas nacen totalmente limpias, sin malicias; como cuando se instala un nuevo dispositivo de memoria en uno de estos cacharros por medio del cual nos comunicamos ahora, luego, poco a poco, lo vamos llenando con imágenes e ideas, la mayoría malignas. Por eso no entiendo esa división entre niños buenos y malos, entre que a unos los magos mágicos les lleven carbón y a otros todo lo que se les antoja, porque puede ser que esta sea una manera de hacer que los muchachos a medida que van creciendo, se vayan percudiendo con ideas poco recomendables. O sea, un virus mal intencionado, de esos que te roban la intimidad y todo lo que pueden llevarse por delante.
Esta tarde, veremos desfilar por las calles de todas las ciudades de las España a tres hombres, uno negro, repartiendo ilusión entre la gente menuda, y también entre algunos mayores contagiados por el resplandor feliz que emanan los pequeños. No les diremos que acaban de pasar por Palestina donde han dejado caer una torrencial lluvia de mortíferos explosivos que aún está cayendo y que amenaza con no dejar ni un niño vivo ni mayores para que procreen de nuevo y seguir adelante con la especie. Ni siquiera les hablaremos de esas pateras llenas de negros que arriban a diario a las costas de la península. Menos todavía, de los niños que se están muriendo de hambre, abandonados de todos, con la barriga hinchada, en cuclillas porque sus piernas tan flacas ya no les sostienen, con un buitre cerca que duda entre empezar a comer o esperar un poco más.
Nuestros niños, si mañana ven carbón en sus zapatos, pensaran que es para la barbacoa y si una mierda de mazapán, se la comerán tranquilamente. Loados sean los dioses, pero los niños ucranianos a quienes el zar de todas las rusias les ha cortado el gas, puede que vean el asunto desde otra perspectiva y, los hijos de los mineros a quienes la multinacional de turno les cerró la mina, puede que crean que es un regalo que mitigará un poco su precariedad. Sus papás, tendrán en el buzón de correos la nota amenazadora de un banco o el finiquito de la empresa en la que quemaron su vida trabajando tantos años.
Pero no todo es tan negro, a los ayuntamientos españoles les ha tocado la pedrea de este extraño sorteo que ha inventado papá Solbes y, a 177 euros por barba de habitante, en el caso del desalmendrado da un monto aproximado de 247.800 €. y quizá sirva para lavar un poco la cara de los espacios públicos, entre ellos puede que tu parque y para cambiar los oxidados columpios por otros menos peligrosos para los pocos infantes que los usan. Y tu agua, que se me olvidaba ya.
Otra cosa es pensar que todo ese dinero público, de todos, que le están dando a los culpables del desaguisado, se repartiese individualmente entre todos los habitantes del planeta tierra, puede ser que cupiese cada una a más de mil millones, pero eso no lo harán, tranquila, que la vaca es la vaca.
Salud.
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